ALEJANDRO GARMÓN IZQUIERDO. LA DETERMINACIÓN DEL HOMBRE BALA. BAJAMAR EDITORES.

Podemos considerar La determinación del hombre bala el segundo libro de Alejandro Garmón Izquierdo (1981), puesto que, salvo Licencia de apertura, publicado por esta misma editorial en 2019, el resto de publicaciones han sido antologías o plaquetes, así que no se le puede adjetivar de prolífico, precisamente. Estamos ante un libro extenso y perfectamente estructurado, dividido en seis secciones que forman parte de un plan de ataque hacia diferentes direcciones. Cada sección está compuesta por 11 poemas, número este que, al parecer, representa la motivación y los impulsos internos porque está fuertemente conectado con nuestras esperanzas y deseos, representa, en fin, un viaje espiritual. No sabemos si esto ha determinado el marco especulativo de los poemas, pero, a tenor de lo que sugieren estos versos del último poema del libro ―que lleva el mismo título que el libro completo―: «He viajado aún más lejos con la nave / de la imaginación», no resulta descabellado pensar que el hombre bala, trasunto del poeta, simboliza esos anhelos de yo, un yo lírico que permite al lector ir más allá de sí mismo para internarse en ese mundo de fantasía que es el circo ambulante (con su nomadismo inherente, que es también una consigna) y lo que simboliza. «Hay en la poesía de Alejandro Garmón Izquierdo ―escribe Juan Ignacio González en el prólogo― una capacidad para hacer que la memoria recree, transforme e imagine el pasado. La determinación del hombre bala permite traer al presente todo lo ausente, lo percibido, lo sentido, lo aprendido, a través de la historia, el arte, la música, el cine y otros episodios que conforman nuestro devenir vital» y no le falta razón porque la experiencia del poeta ha alimentado su pensamiento asociativo, de ahí las continuas referencias musicales o poéticas, por ejemplo. Algunos de los poemas de ese libro ―«Nubes», «Pandemia» o «Rendido», por citar algunos― parecen surgir de un aprendizaje que enseña a mirar con escepticismo al futuro y dejan entrever la necesidad de experimentar otras sensaciones para no caer en la profunda oscuridad de la incertidumbre: «Somos seres de luz y, sin embargo, / inexplicablemente / buscamos sesear por estas sendas / horadadas que anhelan criaturas solitarias / para darnos su abrazo en la caída». Las verdades conquistadas a través de ese aprendizaje y los grandes misterios que encierra toda vida son la clave de bóveda de este libro que, finalmente, trasmite un vitalismo que se sitúa por encima del poema y del que nos queremos contagiar, como delata el poema «Vicios», un perfecto resumen de la poética que lo da su razón de ser.