CHARLES REZNIKOFF. JUNTO AL POZO DEL VIVIR Y EL VER
EDITORIAL KRILLER71
Jordi Doce, traductor y prologuista de “Junto al pozo del vivir” ha realizado un trabajo encomiable desde todos los puntos de vista. Como traductor, ha conseguido reflejar fielmente las variaciones conceptuales de Charles Reznikoff, eso sí, siempre sujetas a un riguroso objetivismo, fruto de un temperamento analítico que posee un conocimiento minucioso del mundo ―al menos de su mundo más cercano― y de su sistema de relaciones armónicas. Como prologuista, Doce nos ofrece un documentado ensayo no solo sobre el poeta sino de la sociedad en la que vivió y de sus influencias poéticas, por otra parte, prolijamente explicitada en los propios poemas.
Charles Reznikff (1894-1976), apenas conocido en nuestro idioma por la novela “Las aguas de Manhattan”, publicada originalmente en 1930 y traducida a nuestro idioma en 2018, que está considerada como precursora de las novelas de la inmigración judía que proliferaron en los años posteriores, como las de Henry Roth o Saul Bellow, por ejemplo y cuyo ambiente es similar al que describe en los poemas de “Junto al pozo de vivir” o por el libro de poemas “Holocausto” (1975), en edición argentina y compuesto por frases entresacadas de transcripciones legales, nació en Brownsville, un barrio de Brooklyn, de padres inmigrantes judíos ucranianos que se vieron obligados a huir de los pogromos de la Rusia imperial. Sus primeras de vida estuvieron marcadas, como explica Jordi Doce, por «La precariedad vital y laboral, las constantes mudanzas, la incapacidad para el ahorro y la búsqueda casi cotidiana del sustento, la miasma del antisemitismo y el miedo a salir del territorio familiar», y todo ello está descrito con extrema objetividad, pero sin asomo de rencor o condescendía en estos poemas, especialmente en la sección «Biografía de los comienzos de un escritor», en la que aparecen anécdotas de la infancia rememoradas con asepsia, sin dejar apenas que se entrevean sus sentimientos (su estudios de Derecho y la lectura de textos legales sin duda influyeron en su forma de escribir, como el mismo reconoce: en un momento dado se da cuenta «de que podía emplear la costosa maquinaria / que había construido durante cuatro años de duro trabajo en Derecho / creyéndolas inservible para mi escritura: / abrir las frases de arriba abajo para estudiar su significado exacto, / sopesar las palabras escogiendo solo aquellas que podían servir a mi propósito». Establece sus primeras amistades, con quienes puede compartir su vocación, intercambiar opiniones, ampliar el número de sus referencias literarias. Sus primeros libros, algo frecuente en la época, los tuvo que financiar con su propio dinero ―«dado que no esperaba encontrar una editorial / que se arriesgara a publicarme / ni tenía dinero para costear una edición comercial / ―demasiado pretencioso― pensé en la posibilidad de una edición privada, / es decir, en pagar a un impresor», escribe al remorar la época―: “Rimas” (1918), “Rimas II” (1919) y “Poemas” (1920). No será hasta la década de los treinta, cuando surge el grupo de poetas objetivistas, entre ellos Louis Zukofski, George Open, Carl Rakosi o Lorine Niedecker, con la sinceridad y la objetivación como normas primordiales, cuando Reznikoff logra romper los corsés de la rima y las estrofas tradicionales y encuentra como vía de escape la música del verso libre: «Empecé a sentir un cansancio secreto / del metro y de las estrofas regulares, / que habían perdido su frescura. El verso pulido y las rimas / me resultaban afectadas por su falso hincapié en las palabras y en las sílabas», pero estos versos de largo aliento tan colindantes con la prosa son solo una muestra de lo que podemos encontrar en este libro, porque en la primera sección de este libro los poemas son mucho más breves ―de «iluminación o fotografía del instante» los califica Doce―: «Tras el cristal de la ventana, el gato / contempla fijamente / el paseo de las palomas por el césped. / Sueños, ociosos sueños». En casos como este la emulsión resultante casi se podría condensar en un haiku. En la segunda sección, los poemas son más narrativos, narran una historia, menos íntima que la de la tercera sección aunque con rasgos comunes a su biografía: «Finalmente encontré refugio en una editorial de libros jurídicos: / era un trabajo e gran medida superficial / y aburrido; mal pagado / y con razón», contada con el suficiente distanciamiento como para ser la de cualquiera. La capacidad de observación de Reznikoff es asombrosa. Ningún detalle queda fuera de su campo de visión y su forma conversacional de trasmitirlo mediante estampas aparentemente inconexas, tan franca y directa, gana a todo lector a quien la verbosidad retórica prevenga.Charles Reznikoff publicó otros libros como “Going to and Fro y Walking Up and Down” (1941), “Jerusalem the Golden “(1934), “Testimony: The United States 1885-1890” (1965), “Testimony: The United States 1891-1900” (1968). Gracias a la labor de la editorial Kriller 71, a su persistente esfuerzo, el lector tiene a su disposición uno de libros más singulares de la poesía contemporánea en lengua inglesa. Confiamos en que no pase desapercibido.
Reseña publicada en El Diario Montañés, 28/07/2023