• Inicio
  • Reseñas
  • Artículos
  • Miscelánea
  • Sobre Carlos Alcorta

carlosalcorta

~ Literatura y arte

carlosalcorta

Archivos mensuales: octubre 2021

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ. INCENDIO MATERIAL.

30 sábado Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Reseñas

≈ Deja un comentario

MARÍA ÁNGELES PÉREZ LÓPEZ. INCENDIO MATERIAL.

VASO ROTO EDICIONES

La vallisoletana María Ángeles Pérez López es una de las voces más personales e indiscutibles de la poesía de nuestro país y cada uno de los libros que publica da fe de ello. No hay altibajos en sus títulos. Todos suponen, si no un avance, sí la consolidación de una voz auténtica y dueña de su decir, autónomo, personal, culto, con unas raíces en la tradición voluntariamente manifiestas, lo que, probablemente, cause cierta perplejidad, porque no es algo muy habitual en una época en la que los epigonismos, de uno u otro signo, parecen concitar la aquiescencia crítica, al manos de esa parte de la crítica más interesada en reiterar esquemas conceptuales y opiniones interesadas que en aventurarse a emitir juicios propios.

    Ahora, con “Incendio material”, se interna, como si le moviera un invisible vínculo de sangre, en el cuerpo de otros poetas, a los que homenajea y da voz con sutileza y emoción en estos quince poemas en prosa; en prosa, sí, atendiendo siempre a un ritmo interior que, en numerosas ocasiones, se sustenta en los patrones de la métrica tradicional. Así, no es infrecuente encontrar heptasílabos y endecasílabos diseminados entre otros metros menos ortodoxos.

      Pedro Salinas escribía en un poema de “La voz a ti debida”: «Para vivir no quiero / islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres» y María Ángeles Pérez López comienza su libro con estos versos: «Mi cuerpo choca contra los pronombres. No sé a cuál de sus exigencias obedezco. // No es cierto que sean cáscaras vacías: son vísceras y plasma en la transfusión que cede a cada uno de nosotros». Son dos modos de certificar la preminencia del lenguaje, bien a la hora de diluir la propia identidad en otra―del yo al tú, al nosotros― o bien cuando de lo que se trata es cuestionarse quién se es ―del yo como unidad al yo fragmentado―. De ahí que el poema finalice con este verso: «Solo soy una herida en el lenguaje». La dualidad a la que hemos aludido se manifiesta también cuando el sujeto lírico se ve atrapado en la maraña del amor, un sentimiento contradictorio en el conviven el deseo de posesión y la desposesión provocada por el deseo, que culmina en este verso: «Soy a la vez la araña y soy su mosca», y conviene detenerse en ese adjetivo: «su», que corrobora, según nuestro modo de ver, lo que exponíamos anteriormente.

     La pulsión semántica de estos poemas se ve realzada, si cabe, cuando estos vienen plenos de carga erótica, de carnalidad y lujuria: «Cuando entro en ti, todo se borra: palabras que aprieto contra el paladar hasta volverlas de agua; archivos de memoria que no encuentro; proteína que pierde su estructura en la embriaguez extrema del calor. / Cuando entro en ti, la noche me posee. / El cuerpo pertenece a su placer» y en la cumbre de ese placer, cada palabra dicha es un canto, pero es también la confirmación de la inutilidad del lenguaje. Desgarro y silencio. Celebración y agonía. Suma de contrarios, acaso porque «las palabras están a medio camino ente lo líquido y lo sólido. Son fluido traslúcido que arrastra a su paso cuanto puede: astillas de ramas y de aire, declaraciones de amor, buzones, cláusulas testamentarias, preservativos desechados…».

     “Todo lo sólido se desvanece en el aire”, tituló Marshall Berman, cogiendo prestada una frase del “Manifiesto comunista” y provocando una inquietante metáfora ideológica y social. María Ángeles Pérez López no busca ningún acomodo en esa propuesta, pero sí le preocupa la permanencia, por eso juega con los posibles significados simbólicos de sus apellidos ―«Pérez, hijo de Pedro, hijo de piedra»; «López, hijo de Lope, hijo de lobo― en busca de un origen que se disuelve en el tiempo. La permanencia es más voluntariosa que real: «Cada piedrecita es plena y poderosa aunque caiga hasta ser un solo grano». La piedra representa al padre; la loba ―la que alimenta a la camada― a la madre, aunque ambos son las piedras, los cimientos que sustentan al sujeto en crisis, sumido en ese permanente conflicto identitario tan propio de la época en la que vivimos: «Y si eres nadie», se pregunta nuestra poeta en el último poema del libro, cuyos versos abundan en ese desconcierto: «Miras dentro de ti y sólo hay un inmenso páramo en el que nada se oye. Ni siquiera la respiración agitada en el incendio de aquello que fuiste. ¿A dónde irás cargando tu vacío?». Como vemos, no hay, no puede haber, una respuesta convincente porque ese tú que, de alguna forma somos todos, «… no eres suficiente para ti. / Desconoces quién eres y no te importa». El espejo en el que se mira María Ángeles Pérez López refleja muchos rostros, muchas sombras: la de Machado, la de Pessoa, la de Gonzalo Rojas, la de Aníbal Núñez, la de José Emilio Pacheco… sombras tutelares que cobijan con sus palabras el desgarro emocional del ser que piensa y sufre. Julieta Valero en el epílogo al libro que ha titulado «Poética de la conjugación», en un no velado guiño de complicidad, afirma que «Para alguien tan consciente de que el lenguaje nos hace, el poema se convierte en el lugar donde revertir la potencia disgregadora de las palabras en favor de la unidad y de la vida». Volvemos al punto de partida de este denso y cautivador libro. A la entronización del lenguaje, elemento que nos constituye y nos define, pero también nos disuelve en el enramado visible e invisible de los significados.

  • Reseña publicada en el suplemento Sotileza de El Diario Montañés, 29/10/2021
Anuncio publicitario

JUAN MANUEL RODRÍGUEZ TOBAL. ISSA ALIADA

26 martes Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Notas de lectura

≈ Deja un comentario

JUAN MANUEL RODRÍGUEZ TOBAL. ISSA ALIADA. POESÍA HIPERIÓN.

Juan Manuel Rodríguez Tobal (Zamora, 1962) no suele frecuentar la imprenta con asiduidad. Con una obra en el ámbito estrictamente poético ―recordemos que es un notable traductor de autores como Safo, Ovidio o Virgilio― no muy extensa y espaciada en el tiempo (desde Dentro del aire, en 1999, hasta este Issa aliada de 2021, solo ha publicado otros cuatro libros de poesía: Ni sí ni no, en 2002, Grillos en 2003, Icaria, 2010 y Esto era, en 2018), da la impresión de que el autor se muestra renuente a compartir sus poemas con los lectores, por esa razón resulta aún más sorprendente el contenido de Issa aliada, un libro, digámoslo ya, extraño, inclasificable, en el que el poeta se convierte en una especie de oráculo capaz de transcribir los crípticos mensajes que recibe de los dioses, o de una presunta «divinidad» ―trasunto de la diosa Afrodita, según nos participa el autor― bautizada con el nombre de Issa aliada, que bien podría haber una de las amantes de Safo, y de Safo provienen las resonancias de estos poemas. «Los hombres siempre se suceden. / Yo mismo soy ya un hombre sucedido, / un hombre suceso, Issa aliada, / un sacerdote de una época, / un atormentador, por tanto, de voluntades».

Juan Manuel Rodríguez Tobal no se ha desdoblado en otro personaje, no, se ha multiplicado en una serie de voces que conversan en diferentes planos, en escenarios y épocas no siempre concordantes que exigen del lector una atención especial. Los registros de estos poemas no se avienen a los planteamientos de la poesía más canónica porque hacen saltar por los aires tanto el discurso reflexivo como el meramente descriptivo. Podemos incluso leer estos poemas como un ejercicio de traducción que ha derivado hacia una autoexploración ―la cita de Borges que encabeza estos poemas puede marcarnos el rumbo― a través de voces ajenas: «Yo era multirracial para la alegría. / Las cosas que yo decía sonaban como formas / hasta que el lazo del trueno estalló: alturas del futuro, hombres maduros…», no exenta, además, de ironía, de un humor, en cierto sentido, despiadado, negro: «Pero si sueño risa, / o propóleos, / o mar, o hebillas de panal, / tú sabes, Issa aliada, / que mi corazón ya no me necesita / o, si acaso, / le vendría bien echar una cabezada. / Me parece», aunque este diálogo consigo mismo adquiere, por momentos, tonalidades más dramáticas en las que se ponen en cuestión algunos fundamentos de la propia identidad, ahora tan fragmentada: «Durante mucho tiempo / me limité a aprender las madrigueras de los helechos, / a considerar la vida media de una persona, / a asombrarse por la diversidad de la inmortalidad en el mundo / y a practicar con la perforación del agua» y es que son muchos los timbres de este libro, pero prevalece esa necesidad de saberse, de delimitar los efectos del tiempo en ese yo que lucha por esclarecerse, aunque sea a través de crípticos mensajes celestiales, sujetos a interpretaciones múltiples, a modalidades colectivas de la voz, pues parecen nacer, como las palabras, de lo que Stephen Spender llamó «el material no elaborado del inconsciente».

ALEJANDRO PEDREGOSA. BARRO

25 lunes Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Reseñas

≈ Deja un comentario

ALEJANDRO PEDREGOSA. BARRO. SONÁMBULOS EDICIONES

La obra de Alejandro Pedregosa (Granada, 1974) se reparte casi por igual entre la poesía y la prosa. Ha publicado novelas como “Hotel Mediterráneo” (2015); “A pleno sol” (2013); “El dueño de su historia” (2008) o “Paisaje quebrado” (2005) y en poesía, títulos como “Postales de Grisaburgo y alrededores” (2001), “Retales de un tiempo amarillo” (2002), Premio Ciudad de Trujillo; “Labios celestes” (2008), Premio Arcipreste de Hita; “El tiempo de los bárbaros” (2013) y “Pequeña biografía de la luz” (2019). Recientemente ha sido galardonado con el Premio Ciudad de Orihuela de poesía infantil por su libro “Álbum de familia”. A este completo bagaje debemos añadir un libro de cuentos, “O”, que mereció el Premio Andalucía de la Crítica en 2018, y su labor como articulista y como profesor de Escritura Creativa. Estamos, pues, ante un autor que vive la literatura en todas sus facetas y que, por ende, es consciente de la dedicación y el esfuerzo que supone indagar en el conocimiento propio y de cuanto le rodea a través de la escritura. Por eso, y pese a la opresiva sensación de fracaso que atenaza cuando no se consiguen los objetivos propuestos (la palabra, como sabemos, es un instrumento dúctil, maleable y, por sus múltiples significados, impreciso, como se manifestado muchos poetas), Alejandro Pedregosa no cesa de buscar el género que mejor se adecúe a su necesidad expresiva, a la idea que la promueve (es la idea la que determina la forma, no a la inversa).

     En “Barro”, su nuevo libro de poemas, la ausencia del padre vertebra los poemas, incluso cuando estos, aparentemente, se ramifiquen en otros asuntos, como el metapoético. Véanse el poema inicial, paradójicamente titulado «Epílogo», y «Sobre la vocación literaria», de carácter más simbólico, en el que se asocia escribir con volar, porque, probablemente, ambos propósitos pertenecen a experiencias remotas, incluso producto de una ambición infantil, de ahí puede provenir el empleo del lenguaje coloquial, sin innecesaria retórica, sin una pirotecnia verbal que, por otra parte, comprometería el objetivo de un poema como «ONG», en el que aparecen chabolas, niños malnutridos o generosos misioneros, los males de una época que las ONGs, y quienes contribuyen con sus donaciones a hacer que su trabajo sea posible, tratan de mitigar. En este poema se menciona por vez primera al padre, más bien la ausencia de la figura paterna. Es el hijo quien debe informar del deceso: «A todos hace tiempo que escribí / una carta sencilla, desflorada, / para anunciar, papá, que ya no eras, / que un cáncer había cesado para siempre / tu larga filiación / con la piedad humana». Percibimos aquí una mezcla de lucidez ―lavar la mala conciencia occidental― y de vitalismo que busca en el ser humano paleolítico los orígenes de la solidaridad y de la compasión: «El único sentido, el más sublime, / de esta historia de barro que te cuento / nos lleva a concluir que estamos / ante el hombre que alumbró / la compasión ajena, / el primer homínido degradado, / inútil, inservible, / que recibió el amor de una comunidad».

       Este sentido de comunidad se percibe también en muchos poemas de Alejandro Pedregosa. Con un manifiesto afán didáctico escribe poemas como «A los jóvenes», en el que alerta de los salvapatrias y los demagogos, porque «El aire es menos aire / si viene de agitar una bandera» o «Los miserables», en el que reflexiona sobre algo que la historia ha desmentido hasta la saciedad: el hecho de ser un buen artista no está directamente relacionado con ser una buena persona. Ética y estática no siempre discurren por el mismo camino («Se prueba aquí la trampa de Platón / cuando invita a creer que la belleza / es trasunto del bien, de la armonía / y la justicia», escribe Pedregosa en el poema «Burdeos». Los ejemplos son innumerables, pero no es menos ciento que el artista con conciencia es, la historia también lo confirma, perseguido, cuando no asesinado. Pedregosa lo personaliza en poetas como Cernuda y Machado: «Ejercer la poesía no es vacuna / contra nada, pero a veces sucede / que un poeta se adentra en la miseria / como el lecto animal que sabe su destino…».

     La sensación de pérdida irreparable, la nostalgia y el desencanto hacen que el personaje lírico, por una parte, parta de un existencialismo cotidiano, a la manera, por ejemplo, de Celaya, es decir, con el nosotros como emblema y, por otra, se sumerja en un doloroso examen de conciencia y recurra a lo biográfico para dar cuenta del conflicto íntimo que produce la muerte: «Perdóname, papá, pues no he sabido / defender con vigor lo que era nuestro. / Criaste un niño sano pero inútil […] Siento vergüenza, papá, por ser el agujero / eternamente negro de tu vida: todo lo tuyo entra en mí y sin dolor / desaparece».

     “Barro” finaliza con una «Contraelegía», en la que se da voz al padre que finaliza con estos versos que encierran una filosofía de vida: «la vida / ―estoy en condiciones de afirmarlo―// es poco más que un soplo / y pierde / quien no ama». Como escribe José Manuel Ruiz Martínez, «Barro es un canto conmovedor de nuestra condición mortal, frágil, humilde […] problemática, impura, pero también moldeable y resiliente, que el poeta abraza con un amor no exento de lucidez».

  • Reseña publicada en el suplemento Sotileza de El Diario Montañés, 22/10/2021

LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR. ANTOLOGÍA DE LA NUEVA POESÍA NEGRA Y MALGACHE EN LENGUA FRANCESA.

17 domingo Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

≈ Deja un comentario

LÉOPOLD SÉDAR SENGHOR. ANTOLOGÍA DE LA NUEVA POESÍA NEGRA Y MALGACHE EN LENGUA FRANCESA

EDITORIAL ULTRAMARINOS

Nacido en Yoal (Senegal), en 1906, Léopold Sédar Senghor fue, además de poeta, un eminente político, presidente de su país en varias ocasiones desde 1960 hasta 1980, fecha esta en la que renunció al cargo para dedicarse por entero a su verdadera vocación, la de poeta, una vocación que le llevó a ser miembro de la Academia Francesa en 1983. Su vinculación con la escritura comenzó a fraguarse en París, ciudad en la que residía. Allí, junto con otros colegas africanos entre los que se encontraba Aimé Césaire, funda la revista “L’etudiant noir” en 1934 (en el número 3 de dicha revista Césaire acuño el término «negritud» por vez primera). Tal como sugiere el título, además de propiciar la difusión literaria, la revista tuvo como objetivo dar visibilidad a escritores africanos y reivindicar su particular visión del mundo, muy diferente, por cierto, de la que pregonaban los colonizadores. Como vemos, el compromiso político se ha desarrollado de forma paralela a su inspiración poética. Sin necesidad de escribir una poesía eminentemente combativa Lépold Sédar Senghor ha sabido conciliar ambos aspectos de una realidad que ha vivido con intensidad en ambas facetas de su destino. No podemos ignorar la enorme influencia que ha tenido en su formación la cultura francesa, lo cual le ha permitido defender el mestizaje como forma natural de enriquecimiento, no sin tensiones, claro, pues el vigor de la cultura occidental ha tratado de imponerse a la visión, más telúrica, más pendiente del mito, africana. De este empeño nace la “Antología de la nueva poesía negra y malgache en lengua francesa”, «Una obra reimpresa ininterrumpidamente desde que apareciera en 1948», según nos informa el editor, Unai Alonso. La nueva edición ha corrido a cargo de Martha Asunción Alonso, que ha traducido los poemas de los dieciséis integrantes: León-Gotran Damas (La Guayana francesa), Gilbert Gratiant, Étienne Léro y Aimé Césaire (Martinica), Guy Tirolien y Paul Niger (Guadalupe), León Laleau, Jacques Roumain, Jean-Fernand Brière y René Bélance (Haití), Jean-Joseph Rabéarivelo, Jacques Rabémananjara y Flavien Ranaivo (Madasgar) y por el vasto territorio del África negra Birago Diop, Léopold Sédar Senghor y David Diop.

La primera edición del libro contó con un prólogo, no exento de polémica, del eminente filósofo existencialista Jean-Paul Sastre titulado «Orfeo negro», incorporado a esta edición. En él expone opiniones como estas: «quienes, colonos y cómplices, abran este libro, tendrán la sensación de estar leyendo, a escondidas, cartas que no le estaban destinadas. Estos negros se dirigen a los negros para hablarles de los negros; su poesía no es ni sátira ni imprecación: es un despertar de la conciencia», aunque lo hagan con la lengua del colonizador, y es que, según Sastre, «El poeta europeo de hoy en día trata de deshumanizar las palabras para devolvérselas a la naturaleza; el heraldo negro, por su parte, se propone desafrancesarlas; molerlas a palos, romperles los lugares comunes y volver a ensamblarlas por la violencia».

No cabe duda de que el asunto primordial de la antología es reivindicar la propia idiosincrasia, aunque los poetas seleccionados provengan de lugares tan distintos y lejanos como Senegal o Martinica, por ejemplo. Hay, sin embargo, un concepto de identidad común perseguida y maltratada (el libro conmemora de algún modo el centenario de la abolición de la esclavitud en Francia) que unifica el criterio del antólogo, Sédar Senghor, quien, junto a la selección de los poemas de cada autor, traza una pequeña semblanza bibliográfica junto a somero análisis crítico. Así, por mencionar solo datos de algunos, de Damas afirma que «Su poesía está exenta de sofisticación: es directa, bruta, cuando no brutal, pero sin caer nunca en la vulgaridad»; de Césaire que «sus imágenes brotan de las entrañas mismas del volcán, del crisol donde maduran los metales y las piedras más raros»; de Bélance que «Mediante imágenes como visiones, explota en sus poemas el tormento del nuevo Negro. Escribe sin elocuencia, con un estilo donde la angustia doblega a las tinieblas, aunque no por ello desprovisto del ritmo negro de la sangre que confiere al verso su calor emocional», de Laleau que «En sus versos, el hombre negro nos muestra, es cierto, sus instintos más primitivos, en una suerte de estilización que, en ocasiones, resulta traicionera». Breves apuntes, pero, pese a su brevedad, necesarios para situarnos mínimamente ante la obra de estos poetas, como era de esperar, heterogéneos, sobre todo en el aspecto formal, pues, aunque predomina el versículo ―probablemente un discurso de toma de conciencia como este se exprese mejor en metros amplio, incluso en la prosa―, hay también excelentes ejemplos de poesía más contenida, con un propósito más lírico.

La tarea que ha llevado a cabo Martha Asunción Alonso ―poeta, traductora y profesora en la Universi­dad de Alcalá de Henares― al traducir a estos poetas de ámbitos tan dispares, con las particularidades lingüísticas y culturales propias que han hecho imprescindible la incorporación de un glosario en el que ha «intentado ofrecer cierto contexto sobre hechos históricos, personalidades u otros aspectos relevantes de las culturas antillanas, africanas y malgaches desde nos cantan los tesoros de sus diferencias respectivas»  no se puede calificar más que de admirable, como elogiable es también la «osadía» de la editorial Ultramarinos por la envergadura del proyecto.

  • Reseña publicada en Sotileza, suplemento de El Diario Montañés, 15/10/2021

PABLO FIDALGO LAREO. EL PERRO EN LA PUERTA DE LA CASA.

09 sábado Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

≈ Deja un comentario

PABLO FIDALGO LAREO. EL PERRO EN LA PUERTA DE LA CASA.

EDICIONES LILIPUTIENSES

Pese a no haber cumplido aún los cuarenta años, Pablo Fidalgo Lareo (Vigo, 1984), posee un amplísimo bagaje literario, centrado fundamentalmente la actividad teatral y en la poesía, que le ha convertido en un autor imprescindible en el panorama poético actual. Y no solo por la cantidad ―entre poesía y textos escénicos, en su caso íntimamente relacionados entre sí, ha publicado cerca de una decena de libros―, sino por la apuesta estética que ofrece en cada uno de sus libros, desde aquel sorprendente “La educación física” (2010) hasta “Qualcosa nascerà da noi” (2019), texto este último que procede de un montaje teatral. Vuelve ahora a la carga con “El perro en la puerta de la casa”, un libro plagado de interrogantes, muy su línea, que trata de indagar en los misterios que dan forma, a lo largo de los años, a una determinada identidad. Es muy probable que este asunto, el de la identidad ―«Ese eres tú intentando definirse», escribe en el último poema del libro―, con ramificaciones que se extienden simbólicamente, por una parte, a la geografía ―en este caso, una isla: «La isla es cualquier cosa menos una isla. / Es una geografía que busca / inevitablemente ponerse en el centro / de todas las otras islas»― y, por otra, a la inestabilidad del sentimiento amoroso y el consiguiente dolor que esta provoca («Solo lloro por desconocimiento de amor […] Solo lloro porque estoy aturdido»), sea el núcleo central de la poética de Pablo Fidalgo Lareo, por más que en el libro que nos ocupa, dicha simbología se amplíe hacia el ámbito animal. Pájaros, caballos, pero, sobre todo, perros son los interlocutores en estos poemas, el perro, en concreto, que da título al libro: «El perro en la puerta de la casa / me ve y se tira al suelo contra la pared / para decir que quiere jugar ahora. / Lo acaricio con el pie y le hago cosquillas / y cuando dejo de acariciarlo se vuelve loco. / Necesita jugar porque la vida de un perro / en ningún sitio fue tan difícil como aquí», un aquí que se disemina en distintos lugares de la isla que aparecen en el libro perfectamente identificados.

La aventura poética en la que se embarca el autor carece de ideas prestablecidas, de hecho, da la impresión de que toda vivencia cotidiana se vincula a un estrato superior en el que se dirime su más pura esencia y es esta destilación de emociones la que da sentido a la vida, como parece trasmitirle a su interlocutor innominado en estos versos: «Aunque haya superado todo el miedo a los perros / y tantas otras cosas / habrás visto que no estoy reconciliado conmigo mismo, / habrás visto que cada cosa que hago, / cada cosa que digo, / cada cosa que soy, / es inaceptable para mí porque estoy lejos de casa, / ¿Es eso lo que te ocurre a ti?» La poesía de Fidalgo Lareo está llena de interrogantes que no encuentran, en general, respuesta. Solo en algunas ocasiones el propio desarrollo del poema permite vislumbrar la experiencia real que se esconde detrás de los versos, aunque esto no ocurre siempre, pues dispone una compleja trama de símbolos, de imágenes y de elementos, naturales o no, (la casa, la barca, el Expresso, la habitación) que intentan llenar ese vacío de sentido existencial que, por momentos, parece gobernar la conducta del persona lírico: «No se trata solo de sanarse / sino de engañar al vacío / que queda después de nombrarlo todo». Por otra parte, en muchos de los poemas que conforman “El perro a la puerta de la casa” se da una simultaneidad de situaciones, como en un montaje cinematográfico, y de emociones ―el poema «La habitación prestada» o estos versos del poema «Eres tú»: «…Navegando entre dos islas / que son dos identidades, que son dos perros, / que son dos formas muy diferentes / de llamar al timbre de tu casa» es un buen ejemplo― que no siempre resultan comprensibles para el lector, el cual queda a merced de su propia interpretación fijando una sucesión temporal íntima.  Y es que los vínculos familiares parecen diluirse, lo que redunda en esa desubicación emocional que padece el yo lírico, un «yo» convertido en «tú» que padece todas las incertidumbres que se han ido fraguando a lo largo de su existencia, un «tú» que intenta, no sabemos con quién, «establecer conversación / como si nada hubiera pasado», que es consciente de que los instantes felices son la antesala de momentos nostálgicos o, incluso, dolorosos. Y es que el personaje de estos poemas es un ser desarraigado que dedica una gran parte de su energía a conocerse y a inventar con las palabras del poema un artefacto que le permita profundizar en la verdadera esencia de sus emociones. De ahí provienen esas extrañas conexiones que, sin embargo, no son fruto del azar, sino de un fuerte deseo de comprenderse y de comprender lo que le rodea. Cada libro y cada poema de Pablo Fidalgo Lareo abundan en esa idea y añaden a los precedentes un peldaño más en esa inacabable ascensión hacia el autoconocimiento.

  • Reseña publicada en El Diario Montañés, 8/10/2021

ERNESTO ALCALÁ. GEOMETRÍA DE LO IMPOSIBLE

05 martes Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Notas de lectura

≈ Deja un comentario

ERNESTO ALCALÁ. GEOMETRÍA DE LO IMPOSIBLE. VALPARAÍSO EDICIONES

Hay quienes escriben poesía para exorcizar a sus fantasmas, los hay que lo hacen para cauterizar heridas y quienes depositan en la escritura el antídoto contra el olvido. Ernesto Alcalá (Barcelona, 1971), sin embargo, escribe poesía para trasmitir agradecimiento por sentirse vivo y por gozar de los dones que la vida le ofrece y, en especial, por ser capaz de disfrutar de la belleza que poseen los objetos y las cosas que nos rodean. No es un empeño inocente, por eso no duda en mostrar cierta desconfianza en que las palabras sean capaces de expresar la magnificencia del mundo, por eso, también, se pregunta: «Absurdas palabras que abrumáis el mundo, / ¿adónde vais hoy?». El ser entra en comunión con la naturaleza y las palabras, en ese instante, sobran.  Le basta el silencio porque «ni siquiera hombre seré; / solo luz apelmazada y tremulante, / solo fin». Resulta paradójico, por tanto, que en esta tesitura se reincida en recurrir al poema para decirse y desdecirse, como ocurre en el poema titulado «Página en blanco», que finaliza con estos versos: «Si me amaras, dejarías de escribir esos estúpidos poemas. / Pero es inútil» o en «Observatorio», cuyos versos últimos dicen: «Solo sé que te quiero / y recuerdo que, a veces, / ni te quiero». Alcalá emplea una retórica de carácter simbolista, en muchos casos, aunque en la mayor parte de los poemas prevalezca la voluntariosa intención de abarcar la totalidad de la emoción, aun asumiendo el riesgo de caer en cierto desaliño formal y en siempre resbaladiza ambigüedad semántica, como en los poemas «La mirada amatista» y «Limbo».  

     Es algo sabido que, en poesía (en la literatura, en general), la felicidad no tiene buena prensa, por esa razón, cuando nos encontramos ante alguien que la ensalza, instintivamente tomamos ciertas precauciones, por si fuera más una pose que una sincera declaración. En el caso de Ernesto Alcalá, no hay fisuras, la verdad de su sentimiento queda explícita no solo en versos como estos: «Creo en le plenitud / porque somos uno, / y amo la esperanza que no desfallece. / Bebo de las aguas de un manantial puro / y siento la dicha del que nunca pierde / (del que nada tiene)», sino en todo el libro, lo que no obsta para que realice, como en el poema «Parábola», una crítica a la postura acomodaticia del ser humano y las penosas consecuencias que tal inacción acarrea. Geometría de imposible busca, precisamente, hacer posible que el yo se diluya en un nosotros solidario y enamorado de la vida, aunque en demasiadas ocasiones las palabras del poema traicionen ese loable empeño.

ANTONIO RIVERO TARAVILLO. SEXTANTE (1982-1998)

03 domingo Oct 2021

Posted by carlosalcorta in Reseñas

≈ Deja un comentario

ANTONIO RIVERO TARAVILLO. SEXTANTE (1982-1998)

COLECCIÓN EL LEVITADOR. EDITORIAL POLIBEA

El arco temporal en el que se encuadran estos seis libros inéditos de Antonio Rivero Taravillo (Melilla, 1963), de los que el lector interesado solo había podido leer poemas sueltos, y que ahora ven la luz en su versión íntegra puede inducirnos a pensar que durante estos dieciséis años el autor se mantuvo alejado del mundo editorial y se dedicó por entero a escribir y a acumular obra sin otra finalidad que la que surge de la propia necesidad de dejar por escrito emociones y vivencias indispensables para el devenir existencial de quien escribe y, en el mejor de los casos, para el pequeño grupo de afortunados lectores. Pero no ha sido este el caso. En este periodo, Rivero Taravillo escribió también otros libros que fueron acogidos en diferentes casas editoriales, lo que nos permite hacernos una idea de la extrema dedicación a la escritura de nuestro autor, y digo escritura y no poesía porque sus esfuerzos se consagran en diferentes géneros, como la traducción, el ensayo o los libros de viajes.

     “Sextante” agrupa seis libros ―”Las primeras catástrofes”, “Libro de espirales”, “Siempre el diluvio”, “Hacia el ocaso”, “Cuarentena” y “Separaciones y regresos”―, no los únicos escritos durante esa etapa, que dan, según su autor, «testimonio de mi aprendizaje», no en vano los primeros corresponden a los años de formación universitaria e intelectual. En las palabras preliminares, Rivero Taravillo ofrece una mínima información que, sin embargo, resulta importante. Estos libros, escribe, «Constituyen no tanto un sexteto, porque no son un ciclo cerrado, como sí un sextante, el instrumento astronómico con el que empecé a guíame, a tientas, pero sabiendo que obedecía un rumbo, por la navegación que me ha llevado hasta aquí. Se agrupan en orden cronológico. No he corregido nada para la ocasión, más allá de las enmiendas y escasas modificaciones que haya podido realizar a lo largo del tiempo». Es este último un aspecto a subrayar, pues no es infrecuente la tendencia del poeta a lavar la cara a los poemas, incluso a modificar la fecha de escritura haciendo pasar por tanteos iniciales poemas que han sido escritos muchos años después con el objeto de dar lustre a su bibliografía.

  El título del primer libro es lo suficientemente aclaratorio, “Las primeras catástrofes”, como para darnos una idea del argumento central del libro. Además, la cita inicial de Pedro Salinas nos ofrece una pista central. El amor, el endiosamiento de la persona amada y la posterior frustración son el eje vertebral de la obra, aunque, a diferencia del sentido trágico ante la ausencia de Salinas, Rivero Taravillo se escuda en el humor para minimizar la pérdida, en la línea de Javier Salvago o de Luis Albero de Cuenca: «Me contaste tu amor con inocencia, / no quisiste ver mi melancolía. / Me lo dijiste, ausente amada mía, / y me dejaste amarga tu presencia. //Sí, supe que tu amor para otro era; y yo, mudo testigo solamente. / Así me convertiste en la simiente / de un árbol con tu amor de primavera». El uso del soneto es muy habitual en este libro, aunque dicha estrofa se frecuentará hasta el día de hoy. Por otra parte, esa visión resignada se combina con momentos álgidos, plenos de esperanza («Mi canto es diferente, es un canto de dicha, / es un himno de luz contra el negro silencio. / Pronto veré a mi amiga. Ya por fin será el alba») y de un incipiente erotismo. Las influencias, como no podía ser de otra forma, son muy variadas, desde la lírica provenzal, pasando por Garcilaso y Lope de Vega hasta llegar a Cernuda y los poetas mencionados del último tercio del siglo XX.

     “Libro de espirales” es un libro más heterogéneo. En él aparecen ya la preocupación metapoética: «De verso en verso el alma va penando, / cruza palabras o lenguas de fuego, / atraviesa el poema o el infierno; luego / es una nave a la deriva, ya sin mando». Los homenajes más o menos explícitos a escritores se suceden: Jorge Manrique, Borges, Machado, Pound, Juan Ramón Jiménez o Yeats, por ejemplo. Formalmente se combinan poemas de largo aliento («Leyenda») con poemas breves y haikus. El humor sigue estando presente, como en el poema «Amor moderno» (título que probablemente rinda homenaje a George Meredith).

     “Siempre el diluvio” va perfilando la voz del poeta. La cotidianidad se combina con la mitología con delicadeza. El humor y el erotismo se han afinado: «Quiero el veneno de tus pechos jóvenes, / quiero arañarlos y sorber su leche, / beber la lumbre del deshielo / que baja en primavera desde el norte, / desde picos de lo alto de tus pezones». “Hacia el ocaso”, con una sección integrada por 21 sonetos, “Cuarentena”, con cuarenta poemas en prosa que bien podrían pasar, por su contenido, por microrrelatos, y “Separaciones y regresos”, un libro que vuelve los ojos al pasado tratando de conciliar nostalgia y construcción individual («Un hombre solo vuelve a su guarida fría, / no repican las llaves contra ningún anillo, / la puerta que se abre se cierra, y da lo mismo / el hogar que la calle, todo es gris y es ceniza», componen esta prehistoria literaria que demuestra la coherencia estética de un poeta que, sin renunciar a la natural evolución, ha sabido mantenerse fiel a sus principios.

*Reseña publicada en el suplemento Sotileza del El Diario Montañés, 01/10/2021

Entradas recientes

  • ANTONIO RIVERO TARAVILLO. SUITE IRLANDESA.
  • LUIS ANTONIO DE VILLENA. LUJURIAS Y APOCALIPSIS.
  • MARTÍN LÓPEZ-VEGA: Y EL TODO QUE NOS QUEDA. POEMAS DE AMOR
  • ÁLVARO VALVERDE. SOBRE EL AZAR DEL MAPA
  • JAVIER LOSTALÉ. ASCENSIÓN

Archivos

  • marzo 2023
  • febrero 2023
  • enero 2023
  • diciembre 2022
  • noviembre 2022
  • octubre 2022
  • septiembre 2022
  • agosto 2022
  • julio 2022
  • junio 2022
  • mayo 2022
  • abril 2022
  • marzo 2022
  • febrero 2022
  • enero 2022
  • diciembre 2021
  • noviembre 2021
  • octubre 2021
  • septiembre 2021
  • agosto 2021
  • julio 2021
  • junio 2021
  • mayo 2021
  • abril 2021
  • marzo 2021
  • febrero 2021
  • enero 2021
  • diciembre 2020
  • noviembre 2020
  • octubre 2020
  • septiembre 2020
  • agosto 2020
  • julio 2020
  • junio 2020
  • mayo 2020
  • abril 2020
  • marzo 2020
  • febrero 2020
  • enero 2020
  • diciembre 2019
  • noviembre 2019
  • octubre 2019
  • septiembre 2019
  • agosto 2019
  • julio 2019
  • junio 2019
  • mayo 2019
  • abril 2019
  • marzo 2019
  • febrero 2019
  • enero 2019
  • diciembre 2018
  • noviembre 2018
  • octubre 2018
  • septiembre 2018
  • agosto 2018
  • julio 2018
  • junio 2018
  • mayo 2018
  • abril 2018
  • marzo 2018
  • febrero 2018
  • enero 2018
  • diciembre 2017
  • noviembre 2017
  • octubre 2017
  • septiembre 2017
  • agosto 2017
  • julio 2017
  • junio 2017
  • mayo 2017
  • abril 2017
  • marzo 2017
  • febrero 2017
  • enero 2017
  • diciembre 2016
  • noviembre 2016
  • octubre 2016
  • septiembre 2016
  • agosto 2016
  • julio 2016
  • junio 2016
  • mayo 2016
  • abril 2016
  • marzo 2016
  • febrero 2016
  • enero 2016
  • diciembre 2015
  • noviembre 2015
  • octubre 2015
  • septiembre 2015
  • agosto 2015
  • julio 2015
  • junio 2015
  • mayo 2015
  • abril 2015
  • marzo 2015
  • febrero 2015
  • enero 2015
  • diciembre 2014
  • noviembre 2014
  • octubre 2014
  • septiembre 2014
  • agosto 2014
  • julio 2014
  • junio 2014
  • mayo 2014
  • abril 2014
  • marzo 2014
  • febrero 2014
  • enero 2014
  • diciembre 2013
  • noviembre 2013
  • octubre 2013
  • septiembre 2013
  • agosto 2013
  • julio 2013
  • junio 2013
  • mayo 2013
  • abril 2013
  • marzo 2013
  • febrero 2013
  • enero 2013
  • julio 2012

Categorías

Blogroll

  • Blog de Álvaro Valverde

Enter your email address to follow this blog and receive notifications of new posts by email.

Únete a otros 174 suscriptores
Licencia Creative Commons
Este obra de Carlos Alcorta está bajo una licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivadas 3.0 Unported.

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • carlosalcorta
    • Únete a 174 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • carlosalcorta
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...