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Archivos mensuales: julio 2022

AFORSIMOS 4. DANIEL RIVALLO. INTUILECTOS

26 martes Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Notas de lectura

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DANIEL RIVALLO. INTUILECTOS. (RAZONARES INTELISIBLES). EDITORIAL ISLA DE SILTOLÁ. AFORISMOS.
Como otros autores han hecho con anterioridad, David Rivallo (1976) ha bautizado sus aforismos con un palabra de su propia cosecha: intuilectos. «El intuilecto -nos explica- es un neologismo originado a partir de la forma latina intuito, intuitiones (…) y del sustantivo intellectus (habilidad de escoger bien), formado a partir del prefijo inter (entre) y lectus (elegir, escoger)». Con estos datos ya podemos hacernos una idea de lo que vamos a encontrarnos en sus páginas. Desde luego, no faltan neologismos que buscan una definición más precisa de lo descrito, como sæbriedad, veluzidad, etilicidad o yoyofísica, pero, además, encontramos en la mayoría de estos intuilectos grandes dosis de ironía, no importa el tema tratado. «El aforismo da que pensar», escribe, y, efectivamente, esa ironía busca el reverso de las cosas. Desdeña el sentido habitual y crea, mediante opuestos o resaltando el sentido paradójico, un significado que se multiplica como si estuviera dentro de una habitación llena de espejos. No otra cosa parece ser esa realidad que describe con «la mordacidad de un diente de ajo». No siempre resulta fácil diferenciar la ironía con el mero ingenio. Hay reflexiones que parecen caer en esto último, como: «Era un hombre viceversa», «Mantenerse a calvo de una melena» o «Que duda, cabe», pero estos casos son anecdóticos. En la mayoría, el mero juego de palabras logra resultados sorprendentes: «La poesía es el paso del percentil al porsentir» o «Si alineas una ensalada, la deconstruyes». No escasean, además, las definiciones, en una especie de RAE paralelo. Entresacamos algunas de las más originales: «Latemusar: cada uno de los golpes producidos por el movimiento alternativo de dilatación y contracción del corazón de un poeta», «Oxímoron: moción de censura» o «Ubicuidad: aforo limitado». En un género como el aforístico, con tantos adeptos en los últimos tiempos, es difícil aportar algo nuevo, pero Daniel Rivallo consigue sorprendernos con una medida combinación de ironía e intuición, eso sí, siempre al servicio de su espíritu contemplativo.
 
 
 
 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
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MICHEL F. CONTRADICCIONES REUNIDAS

20 miércoles Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Notas de lectura

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AFORISMOS (3)

MICHEL F. CONTRADICCIONES REUNIDAS. COL. AFORISMOS. LA ISLA DE SILTOLÁ

«Sin errores ni contradicciones, ¿qué me quedaría de valor», se pregunta el enigmático Michel F. y, a tenor de lo leído, este aforismo bien puede resumir con suficiente precisión el contenido de Contradicciones reunidas, aunque tampoco podemos dejarnos engañar porque no debemos obviar el alto porcentaje de ironía y de escepticismo que revelan sus textos: «Caminar y escribir aforismos, no mucho más hago en la vida. Como purgatorio es aceptable».

     Si nos atenemos a los temas de los que se ocupan estas reflexiones pronto percibimos que el cuestionamiento de la identidad es uno de los más frecuentes. Veamos algunos ejemplos: «Necesidad de retirarse al fondo de sí mismo. Desconexión. Con hielo y lima si es posible», «El ego siempre quiere las luces sobre él, como si así pudiese compensar todas sus sombras», «El ego es una rata, se alimenta de cualquier cosa», un asunto también muy candente en la poesía actual, aunque, en el aforismo, la ausencia de retórica permite enfatizar el sinsentido o la paradoja.

La relación del individuo con el mundo que le rodea, o, más bien, el desacuerdo con ese mundo, suscita también algunas reflexiones no exentas de autocrítica: «Esas situaciones, cada vez más frecuentes, en las que la inteligencia es inútil».    No falta, como ocurre con la mayoría de los aforistas ―a la poste, ellos también poetas―, una mirada irónica sobre los poetas («El parecido entre poetas confirma la promiscuidad de las musas», «Escribe como si mirase todo por última vez», «Filosofo, poeta, bufón: algo de cada», «Una vez que prohíban la poesía todos querrán ser poetas») o reflexiones en torno a la creación poética y sobre el propio aforismo: «El aforista no busca la brevedad del relámpago, sino la de la hoja que cae», «Un buen aforismo se confunde con el gorjeo de los pájaros», por más que con una buena dosis de humor reconozca que: «Nadie que se tome en serio escribe aforismos» o, en este ejemplo, con una dosis no menor de retranca, afirme que  «Un aforista que se tome en serio no puede ser más que un suicida», lo que, en ambas situaciones, entra en contradicción ―recordemos el título― con esa idea de que la escritura del aforismo quizá sirva «no para conservar el presente, sino para delimitarlo». En definitiva, Michel F. no ha mentido al titular su libro. Hay contradicciones, si, y resultaría descorazonador que no las hubiera, porque en la contradicción, en la duda está la esencia de la creación y porque: «Un pensador que no se permita

MATTHEW ZAPRUDER. DÍA DEL PADRE

18 lunes Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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MATTHEW ZAPRUDER. DÍA DEL PADRE. TRADUCCIÓN DE IGNACIO PÉREZ CERÓN. EDICIONES VALPARAÍSO.
Nacido en Washington D.C. en 1967, Matthew Zapruder es autor de cinco libros de poesía  ―“American Lindel” (2002), The Pajamist” (2006), “Come on all your Ghost” (2010), “Sun Bear” (2014) y “Father’s Day” (2019) y de un ensayo acerca de la lectura de poesía por el público lector, “Why Poetry”(2017), texto en el que el propio poeta dice que trata «de argumentar que no solo es posible, sino necesario, preservar un espacio libre dentro de uno mismo para la imaginación». Además de poeta es profesor, músico y editor: cofundó Verse Press junto a Bryan Henri en el año 2000. Por su labor poética ha merecido premios y distinciones como la beca Guggenheim o los premio William Carlos William y May Sarton. “Día del padre” es el primer libro del autor que se traduce al español de forma íntegra, lo que, ya de por sí podemos calificar como un gran acierto gracias al trabajo de Ignacio Pérez Cerón. Estamos frete a un libro unitario en el que, sin embargo, la variedad de temas nos hace desechar toda presunción de monotonía, pero si hay un asunto predominante, este es el de el autismo de su hijo. Estos versos del poema «Mi vida» son suficientemente explícitos: «El y yo / solos en un cuarto / se suave luz blanca, / vino una enfermera / y nos dijo que todo fue bien, / tú no del todo / pero allí estabas […] luego vinieron / los meses de angustia / de orgullo alegría e insomnio / luego el lento darse cuenta / del pavor en el recreo / el año / del diagnóstico cuando / nuestra vida aún / era un lugar / donde los peores miedos / llegan en una comodidad / envidiable…». La poesía de Zapruder emplea una sintaxis conversacional para hablar del dolor, de la pérdida, del desengaño, pero también de la alegría y de la emoción compartida.  Por otra parte, su dominio del ritmo es excepcional. Versos cortos generalmente, con encabalgamientos perfectamente estudiados dan fluidez al relato, y digo relato porque los poemas de Zapruder cuentan cosas siempre, del ámbito íntimo, como el día que conoció a su mujer o sus problemas con la geometría, y de su vida como ciudadano, pero también los homenajes sociales, políticos y literarios tienen su importancia en el volumen, como el «Poema para Coleridge», del que copiamos estos versos: «diría que un sentimiento / de inexorable comunión mística / me arrastró hacia las vetustas / aguas azules, lo que significa / que ya lo hube olvidado, como / siempre hablé más de la cuenta / para alejar lo innumerable» o el dedicado a Tomaž Šalamun.
Zapruder Yuxtapone momentos de su vida privada con otros de carácter público. Así lo vemos en el poema que da título al libro, en que la celebración se transforma en una reflexión de carácter moral: «los niños que duermen / solos en un centro / de detención cualquiera / no necesitan / nuestra honestidad brillante / hacer unas llamadas / no son nuestros».  Analiza, a través de detalles de la vida cotidiana, los cambios sustanciales, inesperados en muchos casos, que ocurren en la vida actual, de ahí la combinación que encontramos en sus poemas de versos que inducen al optimismo con otros inquietantes. En ellos se sustentan las contradicciones morales que nos aquejan. No rehúye escribir sobre los sucesos que convulsionan el mundo, sobre política («la política ha sido parte de mi poesía, simplemente porque pensar y preocuparme por ella es tanto parte de mi vida como Algo más») y utilizar la poesía para remover las conciencias, es decir, no duda en someterse a lo que Stevens llamó las «presiones de lo real». «Creo ―escribe Zapruder― que hay verdades sobre estar vivo que uno solo puede descubrir en la imaginación liberándose de toda obligación. Encontrar esas verdades y devolverlas a los demás es el papel del artista. Y hacerlo no es solo preservarse uno mismo, sino también abrir la posibilidad, por pequeña que sea, de que otra persona con la que no está de acuerdo pueda hacer lo mismo, y cruzar algún tipo de frontera que no se puede cruzar ni con argumentos ni con hechos». Otros temas como la paternidad, las cuestiones de ética y de moralidad, la función de la poesía en la sociedad del siglo XXI ― «En tiempos tan duros nos aferramos / a entender la poesía», escribe―, la Corte Federal o el derecho al voto. No escasea la ironía en su manera de entender el mundo, como sucede en el poema «Poema veraniego #3» o en «El crítico», del que extraemos estos versos: «te contaré / un secreto que todo /aquel que conoce / a un poeta sabe: / casi siempre / los poetas no son tal / son burócratas / que cuentan y cuentan / hasta vaciarse de todo / menos de angustia». El poeta escribe desde sus propias experiencias, pero, y esto lo sabe muy bien Matthew Zapruder, también debe explorar las experiencias ajenas, los «momentos de vida» (Woolf) para lograr una comprensión más puntual de esa realidad tan inaprensible.
·         Reseña publicada en El Diario Montañés,

HIRIAM BARRIOS. DISPAROS AL AIRE. ANTOLOGÍA DEL AFORISMO EN HISPANOAMÉRICA

13 miércoles Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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HIRIAM BARRIOS. DISPAROS AL AIRE. ANTOLOGÍA DEL AFORISMO EN HISPANOAMÉRICA. EDITORIAL TREA
 
Teniendo en cuenta el auge del aforismo experimentado en nuestro idioma en los últimos años, un libro como este se nos antoja absolutamente imprescindible porque nos da a conocer una selección de los mejores escritores de dicho género en Hispanoamérica ―esa gran desconocida― lo que implica una más que notable variedad de registros y de maneras de entender lo que José Antonio Ramos Sucre definió como «disparos al aire». En el volumen participan sesenta y cinco autores y el arco temporal se ensancha desde el siglo XIX ―la selección se inicia con José de la Luz y Caballero (1800-1862)― hasta la actualidad ―Matín Cadés (1986) o Roy Herbach (1991).
     Aunque bajo el paraguas de aforismo, al menos en nuestro país, se han refugiado escritos de otra índole, como reflexiones o fragmentos de cierta extensión, lo cierto es que Hiriam Barrios, a nuestro parecer, con buen criterio, ha desechado estas fórmulas y se ha decantado en su elección por el aforismo propiamente dicho, aunque reconoce que «El uso poco riguroso del término, las distintas acepciones que ha poseído, la sinonimia difusa que incluso los diccionarios especializados ofrecen, la dificultad para precisar límites con otras formas de la brevedad ―literarias o no― y la libertad de composición que privilegia la práctica contemporánea contribuyen a la indeterminación», es decir, atendiendo, principalmente al aspecto formal, es decir, a su brevedad, de la que quedan excluidos, por tanto, los textos fragmentarios o las reflexiones más o menos discursivas.
     En un libro como este, en el que, por su propia configuración, se agrupan autores tan dispares de geografías tan distintas, no podía faltar un estudio previo que tratara de contextualizar los antecedentes culturales comunes. Barrios ha dedicado un extenso espacio a ello, bajo el título «La tradición aforística». Rastrea el autor los orígenes del término, que se remontan a Hipócrates en el siglo IV a. C., incluso antes, según algunos estudiosos. En cualquier caso, nadie duda de que nace en Grecia. Tal y como lo entendemos ahora, el referente más antiguo serían Las meditaciones de Marco Aurelio. Barrios va paso a paso siguiendo ese rastro a lo largo de los siglos y menciona a algunos de los autores que con más constancia y eficacia practicaron el género: Isidoro de Sevilla, Erasmo de Rotterdam, Baltasar Gracián, los moralistas franceses, Lichtenberg, Pascal, Renard, Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche, Canetti, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Antonio Porchia o Nicolás Gómez Dávila, por ejemplo. Se hace alusión también a la escasa presencia de autoras en los siglos precedentes, aunque en la actualidad, por fortuna, tal anomalía se ha subsanado con suficiencia.
     El aforismo moderno es, según Hiram Barrios, «en esencia una herencia de pensadores que rechazaron los sistemas filosóficos tradicionales, bien por especulativos, bien por abstractos, en aras de formas de expresión que vincularan la experiencia de vida con el mundo». Pero las características que lo distinguen de cualquier otro género siguen siendo la concisión, el contenido asistemático y la conclusión sorpresiva.
     El experto analiza las distintas peculiaridades del aforismo: La concisión, o condensación verbal, es decir, la brevedad que tiene como objetivo sugerir, evocar más que definir; la discontinuidad, es decir, que cada aforismo posee su propia autonomía: «Cada pieza sería autónoma e independiente; su aislamiento permitiría utilizarla y aun ajustarla a cualquier otro contexto referencial sin detrimento del enunciado. El espacio en blanco funcionará como un corte, una invitación a desprenderse de lo leído para adentrarse en una inquisición nueva o diferente, pues este delimitaría un universo autónomo»; la discordancia: «El discurso aforístico refuta, critica o ridiculiza: en cada objeto que aborda hay una observación que desvela una postura discordante»; la ficcionalidad, es decir, la oposición a todo intento de categorización. Todo es relativo, por eso no se busca una verdad absoluta sino formas, válidas en sí mismas, de aproximarse a la verdad y la hibridez: «El aforismo moderno se distingue por las colindancias y las intersecciones que establece con otras formas textuales cimentadas en la brevedad y la concisión».
   Una vez sentadas las premisas teóricas, Hiram Barrios profundiza en los orígenes del aforismo en Hispanoamérica, objeto de este estudio. Se remonta hasta el siglo XVI para llegar hasta nuestros días, aunque la selección de autores comienza en el siglo XIX. La bibliografía que maneja Barrios es exhaustiva, casi apabullante ―no podemos adjudicarle este aforismo de Sergio Golwarz: «El que un escritor no mencione jamás a otro en sus obras puede ser indicio de independencia, pero también de gran ignorancia»―, pero necesaria para seleccionar esos sesenta y cinco autores, lo más granado del género aforístico en español. Nombres como Rafael Barret, Antonio Porchia, Ramos Sucre, Vallejo, Huidobro, Francisco Tario, Gómez Dávila Alberto Girri, Bioy Casares, Roberto Juarroz, Rafael Cadenas, Eugenio Montejo, José Balza o Julio Ramón Ribeyro son imprescindibles en cualquier recuento que se precie.
     El trabajo que ha realizado Hiriam Barrios es digno de encomio. La empresa, por su envergadura, no era fácil, pero con Disparos al aire. Antología del aforismo en Hispanoamérica ha logrado sentar las bases para futuros estudios. Este libro será referencia obligada para quien se aventure por el populoso mundo del aforismo en español.
 
Reseña publicada en https://elcuadernodigital.com/2022/07/12/una-antologia-imprescindible/

ANGÉLICA MORALES. MI PADRE CUENTA MONEDAS

11 lunes Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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ÁNGÉLICA MORALES. MI PADRE CUENTA MONEDAS. V PREMIO INTERNACIONAL POESÍA GABRIEL CELAYA. EDICIONES EL GALLO DE ORO.
 
 
La trayectoria poética de Angélica Morales (Teruel, 1970) está jalonada de galardones y premios, entre otros el Villa de Martorell o el Vicente Núñez. “Mi padre cuenta monedas”, el título que comentamos en esta oportunidad, fue galardonado con el Premio Gabriel Celaya. Todos sabemos que los premios no hacen mejores ―ni peores― los libros de poemas galardonados, pero sí contribuyen a su difusión, un aspecto importante, sobre todo teniendo en cuenta la precariedad de los sistemas de distribución en lo que respecta a la poesía. Gracias a la persuasión que lleva implícito un premio cayó en mis manos este libro que me ha descubierto una voz muy potente y segura de su dicción, un libro deudor de esa poética confesional de herencia norteamericana ―desde Anne Sexton, Sharon Olds o Diane Wakoski―, pero que aporta cierta novedad en la tradición poética española porque no son frecuentes los saltos al pasado sin red, el desnudamiento emocional en la página sin el amparo de la retórica. Todos sus libros, afirma la poeta Amalia Iglesias, autora de la presentación de estos poemas, que «A poco que espiguemos entre sus libros, enseguida detectamos una atmósfera común de diversidad, una insatisfacción con el pasado, unas obsesiones que vienen de esa infancia gris con sabor a ceniza, un dolor no resuelto, un territorio triste». Y en ese territorio tiene importancia especial la figura del padre, ahora ya ausente: «Se fue y sin embargo permanece». Con estos versos comienza el libro. La muerte del padre sirve para revisitar el pasado, para tratar de comprenderlo y ser más , en compasiva con las miserias y las decepciones, con la sordidez y la desgracia. Fruto de un matrimonio infeliz nace la poeta: «Cuando nací papá estaba tan nervioso que se cayó por las escaleras del hospital. / Cuando yo cumplí tres meses quiso besarme, en cambio yo le arañé la cara. / Fue entonces cuando entre los dos se abrió un abismo», un abismo que no lograría franquear en toda su vida, pese a los sucesivos intentos. Angélica Morales no se anda con remilgos. En estos poemas se retrata como una niña indefensa ante los accesos de cólera de un padre alcohólico y maltratador
El retrato de su madre no es más enternecedor. Revela una honda frustración, o descontento vital que se convierte en rencor hacia los demás. No soporta la alegría, aunque esta sea generalmente fugaz: «Si no hay patíbulos, mi madre deja de existir y entonces se convierte en un verdugo feroz, / como ocurría cada noche vieja que papá se ponía contento y olvidaba sus viejos rencores hacia mí. / Yo ya no era esa pequeña zorra que le había arañado a los tres meses». Todas estas tensiones familiares convierten la casa en una especie de cárcel, y de manicomio: «Las noches siempre eran largas en casas. / Yo solía dormir con un cuchillo que antes de acostarme robaba del cajón de los cubiertos / y lo depositaba bajo mi almohada por si acaso a papá le daba por alzarse de la cama, / entrar a mi habitación y apretar mi cuello». Las escenas que describen estos poemas son extremadamente duras, por eso hay que tener mucho valor y mucha confianza en una misma para escribir así, sin tapujos morales, solo con el propósito de hacer buena poesía, aunque eso no sea un obstáculo para que los versos tengan una finalidad terapéutica (o quizá sea al revés, y los versos, los poemas, hayan surgido cuando ya se ha logrado un pacto con la propia conciencia). «Intento borrar todos los acontecimientos dañinos que han pasado por la piel de mi mente. / Me zambullo en un mar blanco e infinito y pienso que papá no ha existido jamás». Creo que con los versos transcritos en este comentario es más que suficiente para percibir el desgarramiento emocional que los ha provocado. Lo habitual es que la muerte de un ser querido, en este caso del padre, sirva para hacer un ejercicio de reconciliación, pero en este caso ha servido para rememorar los momentos más crueles de su vida en común, quizá porque, como escribe la autora, está infectada con el virus «del padre ausente».
“Mi padre cuenta monedas” es un de los libros más estremecedores que uno ha leído en los últimos tiempos, pero su bondad no solo radica en la complicidad que pueda suscitar en muchos lectores. Cada poema es una carga de profundidad que estalla en lo más profundo de cada lector, y eso no solo se consigue desmenuzando los sentimientos, sino escribiendo buena poesía, una poesía que, como escribe Amalia Iglesias, es una «fusión de surrealismo onírico y realismo sucio, de expresionismo y existencialismo», algo del todo infrecuente en nuestra tradición poética.
Reseña publicada en El Diario Montañés, 8/07/2022

AFORISMOS (2)

07 jueves Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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MIGUEL AGUDO OROZCO. JUEGOS MALABARES.

MIGUEL AGUDO OROZCO. JUEGOS MALABARES (SIEMPRE PARAPENSARES). COL. AFORISMOS. LA ISLA DE SILTOLÁ
 
De los muchos sinónimos que se han utilizado para describir a los aforismos, quizá este de «parapensares» (que dio título a su primer libro de aforismos y que continuo en Impertérrito pluscuamperfecto), como los ha bautizado Miguel Agudo Orozco (Tarragona, 1976) ―un autor muy polifacético, puesto que, además del aforismo, también frecuenta la poesía con títulos como Cuando Herodes la tierra (2009) y Anorexia (2014), el collage digital y la poesía visual―, en un afán por singularizar su personal forma de ver el mundo, de intentar comprenderlo, una forma de ver ―y de sentir― en el que están muy presentes los juegos de palabras, la descontextualización de significados ya aprendidos: «El tiempo es una espada de acero inoxidable», «Si todo se repite es porque el tiempo es loro», «Quien no llora no mana», «La cara culta de la luna» o «Era un poeta maldicho». Otros de los recursos habituales en Agudo Orozco son la Ironía, como vemos en estas muestras: «A veces el escritor y el lector coinciden en sutiles y acertadas apreciación sobre el libro, tales como: “Ya me queda poco para terminarlo”», eso sí, no exenta de humor, generalmente del bueno: «No des la razón a un idiota. La desperdiciará» o «Los aforismos que hablan de aforismos son como este» y un ingrediente como el ingenio, un arma de doble filo, podríamos decir, porque tiene sus riesgos, aunque en la mayoría de las ocasiones, dichos riesgos se han soslayado, como vemos en estos ejemplos: «No meterse con los muertos, el espacio es demasiado pequeño», «Perfume que ahoga: naufragancia», «Anegar debería significar decir que sí», «Las apariencias desengañan» o «El presentimiento es la vanguardia del presente». También está muy presente la crítica cultural en «parapensares» como estos: «Arte moderno: donde hay una instalación, hay un enchufe», «¡Cuántos poetas confunden soledad con solemnidad!», «Hay escritores que recurren a negros para combatir su miedo a la página en blanco» y la crítica social: «España es un país muy taurino porque cuando alguien agita una bandera, muchos embisten». En definitiva, a pesar de su brevedad, en Juegos malabares cabe de todo. Además de lo ya dicho, no faltan reflexiones sobre la identidad, sobre las formas de ver y de ver al prójimo, sobre la escritura, sobre el deseo o sobre las facturas que diariamente emite el paso del tiempo y en todas ellas encontramos una filosofía de vida en la que prima el polo positivo ―no sin escepticismo, claro, ¿cómo interpretar si no, este ejercicio de autocrítica: «No te creas los aforismos. No son dogmas»―, aunque, como hemos mostrado, no estén exentas de una ácida crítica de la realidad, en su más ancho espectro, y es que, como escribe en este «parapensar» con ecos machadianos, «Hay dos tipos de verdades: las que se descubren y las que se inventan».
 

AFORISMOS (1). JAIME FERNÁNDEZ. EL ESPECTADOR EN LA CAVERNA.

04 lunes Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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NOTAS DE LECTURA:
AFORISMOS (1)
JAIME FERNÁNDEZ. EL ESPECTADOR EN LA CAVERNA. COL. AFORISMOS. LA ISLA DE SILTOLÁ
 
La proliferación de escritores que han convertido al aforismo en su principal fuente de expresión ha crecido exponencialmente en los últimos años, lo que ha dado lugar, en no pocas ocasiones, a que las características del género, comentadas en estas páginas con anterioridad, hayan sufrido mutaciones y adaptaciones a las circunstancias de cada uno de ellos, no siempre encaminadas, todo hay que decirlo, a una mayor claridad, a una mayor precisión formal y estética, como está ocurriendo, por otra parte, con el haiku, la estrofa japonesa que ha crecido en nuestro país como una planta invasora, de forma arrolladora. Hay, sin embargo, autores que siguen manteniendo fidelidad a los principios de necesidad y de economía verbal y expresan en sus aforismos convicciones profundas ajenas a lo contingente. Uno de estos autores es Jaime Fernández (1960) que, además de su labor como ensayista, ha publicado varios libros del género que nos ocupa ―Maniobras de distracción (2018), Centinelas del sueño (2020)― en esta misma editorial. En El espectador de la caverna ―un giño evidente a la caverna platónica, con todo lo que esto significa― el lector encontrará una suerte de reflexiones de calado y asunto muy diferentes, pero siempre visto desde la perspectiva que enuncia la primera de las anotaciones: «El espectador ha reemplazado al hombre de acción. Hoy cualquiera pasa más tiempo viendo una pantalla que haciendo algo». No le falta razón. Nos hemos acostumbrado a ser solo receptores de información, seres acomodaticios y acríticos que se dejan llevar por los acontecimientos sin mostrar resistencia alguna. Muchos filósofos están lanzando hipótesis sobre las razones y consecuencias de esta dejadez, pero la función del aforismo es otra, es un intento de despertar la conciencia y Jaime Fernández lanza sus frases a la página en busca de un lector porque «Lo importante es plantear preguntas cuyas respuestas no sospechamos y que nos inciten a seguir preguntando». Pero las preguntas surgen aquí de modo indirecto, a través de las afirmaciones que, sin asomo de duda ―por más que la duda sea «la mayoría de edad de la creencia. Dudar es un inicio de madurez»―, nos presenta este autor para quien la fuerza de la imaginación («Cuando la realidad se vuelve inhabitable nos queda la puerta de atrás de la imaginación»), ahora tan aletarga, debe suplir la visión estereotipada de la realidad porque «La realidad cambia más deprisa que la idea que nos formamos de ella». En El espectador en la caverna, un libro que hay que leer despacio y con pausas obligatorias, hay mucha pasión por el conocimiento, tanto del propio autor como del mundo que le rodea, por nuestro mundo.

DIANE WAKOSKI. ESPERANDO AL REY DE ESPAÑA.

01 viernes Jul 2022

Posted by carlosalcorta in Miscelánea

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DIANE WAKOSKI. ESPERANDO AL REY DE ESPAÑA. TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE EDUARDO MOGA.
BARTLEBY EDITORES
 
Hasta donde se me alcanza, “Esperando al rey de España”, es el primer libro de la poeta estadounidense Diane Wakoski (Whittier, California, 1937). Solo algunos poemas dispersos menudean por distintas páginas web. Leer su poesía es, por tanto, un gozoso descubrimiento que debemos al empeño del poeta y traductor Eduardo Moga. Discípula del Thom Gunn en la Universidad de California, la obra poética de Wakoski es muy extensa ―ha publicado además narrativa y ensayo― y ha sido merecedora de numerosos galardones, entre ellos el William Carlos William por “Emerald Ice: Selected Poems (1962-1987)” en 1989. Su carrera poética comenzó con la publicación de “Coins & Coffins” en 1962. “Esperando al rey de España” data de 1976 y tan curioso título proviene, como la propia autora explica, de una vieja tradición: «En la mayoría de los cuentos de hadas europeos el rey de España se presentaba como el monarca más rico de todos y, por lo tanto, era siempre el prometido de alguna bella heroína o princesa. Supongo que, cuando decidí titular así el libro, tenía en mente cómo la cultura de entonces nos prometía a las mujeres recompensas de los cuentos de hadas y cómo, con más o menos alegría, vivíamos muy activamente mientras esperábamos aquellas retribuciones”. Dicha figura ejerce así la función de contrarrestar la pérdida, el desamor, el abandono. Encarna una figura ideal que sublima la experiencia de la cotidianidad, los vaivenes que sufre toda relación amorosa («M., el hombre que se ha marchado, / llevándose solamente la maceta con la cinta / y la cafetera francesa, una mesa antigua, / una bola de mármol, / un tintero viejo / y la ropa, que antes llenaba los colgadores». El libro, afirma Moga, «es un diario amoroso, que alberga un concienzudo análisis de los sentimientos: es, pues, intimidad revelada, angustia sacada a la luz» y es que Diana Wakoski no teme utilizar la autobiografía como materia de sus poemas y lo hace sin recurrir a la ficcionalidad y sus máscaras. En esto se parece a Sharon Olds, aunque sus poemas son menos “viscerales”, están, podríamos decir, más intelectualizados, eso sí, sin llegar a las cotas de Anne Carson en su libro “La belleza del marido”. A pesar de que ya han pasado dos años desde que M. se fue, su ausencia sigue determinado la mayoría de los momentos de la vida de la poeta, como demuestran estos versos: «Otra vez / las cuatro de la mañana / y yo cansada, aunque sin dormir, / esperando oírte llegar / en esta madrugada lluviosa; / pero me has dicho/ que no volverás nunca». Wakoski no esconde, ya lo hemos dicho, sus emociones, y quizá esa exposición pública le sirva como método para cauterizar las heridas ―«Porque los poemas / son el único ejercicio que hago»―, como recomiendan los psicólogos y terapeutas emocionales, por eso se muestra sin tapujos, escribiendo una poesía directa, aun siendo consciente de  «nadie la lee ni la publica», sin florituras retóricas, que no se diferencia mucho de una confesión: «Necesitaba, / oh, cuánto necesitaba recibir tu amor / y, como un perro su hueso favorito, / enterrarlo donde yo supiera / encontrarlo» o de un acto de contrición: «Te conocí en el momento equivocado. / Demasiado tarde para amar. / Tu cara era un reloj de bolsillo de oro que me recordaba el pasado, / una brújula que señalaba que yo no tenía norte magnético, / sino solo las direcciones correctas reveladas por las estrellas: / el mapa del tiempo de soledad que registran / los astrónomos». El sentimiento de culpa corre paralelo a la sensación de fracaso. El paso del tiempo no parece favorecer el aprendizaje vital sino incrementar la incertidumbre: «Por qué tengo tanto miedo. / Por qué soy tan sensible. / Por qué no paro de fracasar. / Por qué lo sigo intentando. / Por qué necesito saber tantas cosas», se pregunta angustiada, sabiendo como sabe que no las razones son esquivas, insuficientes, que muchas cosas en la vida carecen de explicación. Suceden, y ya está, y duelen sin fin. Además, las palabras «no alivian el dolor: / solo suelen / expresarlo». Solo M., su presencia, mitigará las frustraciones de la existencia: «Te quiero. / Contigo caminé por el mundo / ayer; / anoche; / esta mañana». Eduard Moga ha hecho un trabajo excelente, como es su costumbre y con sus palabras finalizamos este comentario: «Diane Wakoski aspira a una voz desnuda, directa, que la revele en la página, que comunique su verdad palpitante y dolorida […] En “Esperando al Rey de España” también hay retórica, pero sin maquillaje, sutil, casi transparente: pegada al hueso» y sus lectores le agradecemos que nos haga partícipes de sus desvelos, pero también, de su confianza en el amor, «porque amar es / el secreto, no / ser amado».
·         Reseña publicada en El Diario Montañés, 1/07/2022
                                                        
 

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