
EDITORIAL PRE-TEXTOS
Dos textos nos ponen sobre aviso acerca de lo que nos vamos a encontrar en este libro. Uno de ellos es la elocuente cita de María Zambrano que se pronuncia sobre la confusión de tiempos y las posibilidades que dicha confusión ofrece para interpretar el mundo, la otra la entresaco de unos versos de la propia Ada Salas que dicen que «Es preciso cantar / como si el mundo // comenzara de nuevo», condición esta indispensable para reescribirlo, quizá por eso Salas inicia una investigación de carácter arqueológico. Se trataría, no de recobrar esa mirada limpia desde el presente, sino desde el lugar del origen para «acceder / al sustrato / ―un paisaje que no / habíamos previsto―». Esa es la forma de «empezar como si todo / ―nada― / hubiera sucedido». La trayectoria de Ada Salas (Cáceres, 1965) es una de las más consecuentes de la poesía actual. Su proceso de indagación mantiene una línea de búsqueda que va desde la cumbre a lo más profundo, desde lo fugaz a lo permanente, y esa búsqueda, esa indagación lleva aparejada una revisión de significados convencionales, de conceptos ya asentados, como, por ejemplo, ese de que «La arqueología habla de los siglos como si fueran / tiempo. Como si hubiera en ellos / sucesión», olvidando acaso que ese tiempo se compone de instantes concretos que se superponen, de vidas para quienes el tiempo carece de sentido una vez han fallecido, pero la excavación arqueológica, de la misma forma que la excavación poética, verbal, descubre aspectos que la realidad nos tenía vedados ―«Todo / lo que ves // estuvo sepultado». Esa es la metáfora que ha propiciado la escritura de este libro. Encontrar en los muros, en las fisuras, en los huesos, en los objetos o en los restos humanos la explicación de quienes somos o por qué somos como somos. Establecer hipótesis, reescribir el pasado, buscar correspondencias, pero, sobre todo, ser no quien excava, sino lo excavado, no quien encuentra, sino lo encontrado. Tal es el efecto que logra un lenguaje ora impresionista ―«Dos huellas en la piedra dicen / vida»―, ora metafórico ―«El círculo es un cuerpo silencioso»―, ora meramente informativo ―«Detrás / de nuestra casa / vendía su carbón el carbonero». Ada Salas observa los vaivenes del destino en esos restos arqueológicos y con ellos reconstruye su identidad. La vía principal de conocimiento se basa en la revisión de la tradición cultural grecolatina y, desde esos presupuestos, se cuestiona la histórica colectiva, sus tensiones y sus procesos de narración inobjetable, como en el poema «Pecios»: «A veces el milagro / del cristal. El brillo / de un insecto. El vidrio de un pez / azul / salvado de las aguas que morían en Troya. / Una piedra un punzón. / Un guerrero un caballo una cabra. Un puñado / de añicos / clavados en las puertas de lo eterno / como / ―pequeñas cosas necias / de los hombres― / si lo eterno existiera». Con el poema «Tuffatore», una recreación simbólica de la vida del nadador cuya tumba se descubrió en Paestum, se cierra la primera sección, «Antiqvarivm». La segunda sección, titulada «Civitas», comienza con un poema que tensiona dos realidades, la del exterior y la del interior, la claridad y la sombra. No existe nada sin su reverso: «Debajo del dolor hay algo / siempre ―ahora mira / qué―. Debajo / del amor // hay algo siempre». Los encabalgamientos y las pausas versales ejercen en estos poemas un efecto distanciador, como si trataran de significar la ausencia de algo importantes. Los vacíos entre palabras, los espacios en blanco en la página señalan una especie de muro infranqueable entre la necesidad de decir, de escribir, y su negativo. Véase a este respecto el poema «Inscripción. Borrado», en el que nuestra autora pide, en un ejercicio de reconciliación íntima «Que el poema / se vaya / que desaparezca / arrastrando los restos haciendo una espiral hacia lo / inexistente». No puede extrañarnos, conociendo como conocemos la poética de Ada Salas, que el poema necesite trascender lo cotidiano para expresar ―aunque lo cotidiano aporta eventualmente una impresión cercana al asombro― con su nervio poético el misterioso afán de internase en el pasado. En “Arqueologías” abundan los poemas de tono elegiaco, pero nos basta como ejemplo el último del libro, «Bañista», el contrapunto a «Tuffatore», de la primera sección, para comprobar que el objetivo de estos poemas: internarse, mediante un desplazamiento del centro de gravedad, en lo profundo de la tierra, bucear en las aguas, para encontrar la claridad del cielo porque «Hay un cielo entre gris / y rosado / y asoma entre las nubes un azul / que nunca has conocido». Como decía Charles Simic, al hablar de la medida exacta del silencio entre palabras, en “Arqueologías”, Ada Salas consigue equilibrar la aventura de la poesía constituida en objeto de sí misma con esos esos acontecimientos reales que huyen fuera de sí y son capaces de crear impresiones imaginarias.
· Reseña publicada en El Diario Montañés, 26/08/2022