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Archivos mensuales: noviembre 2022

FINGIMIENTOS. SELECCIÓN Y NOTAS FERNANDO MENÉNDEZ Y JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ

28 lunes Nov 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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FINGIMIENTOS. SELECCIÓN Y NOTAS FERNANDO MENÉNDEZ Y JOSÉ RAMÓN GONZÁLEZ

EDITORIAL TREA

Que el aforismo ha adquirido en los últimos años un protagonismo del que no había disfrutado hasta entonces resulta algo innegable. Proliferan las colecciones y las editoriales dedicadas en exclusiva al género, abundan los estudios que tratan de sistematizar sus características esenciales y las antologías que pretenden establecer el canon más representativo. Existe, al parecer, un cierto consenso a la hora de elegir a los autores y son escasas las discrepancias en las nóminas de las diferentes antologías, lo que no quiere decir, como demuestra la antología que tenemos en nuestras manos, que los criterios utilizados en las diferentes elecciones sean infalibles. No es “Fingimientos” una antología al uso porque, como explica Álvaro Robledo, el prologuista, los autores en ella agrupados son escasamente conocidos por los estudiosos de género. «Eludirlos nombres habituales ―escribe Robledo― y rastrear los márgenes para atender voces desconocidas significa recuperar en cierto modo la tradición periférica y menor del aforismo, su condición subalterna y semi secreta, que ha sido su condena pero a la vez su mayor riqueza porque da voz a lo que habla desde un afuera siempre enriquecedor».

     La nómina de seleccionados no es muy amplia, pero sí muy diversa, lo que, sin duda, enriquece la muestra. Comienza con Silvia López Ariza (Logroño, 1971) que, además de ejercer como profesora en la Universidad de la Rioja, ha estudiado y antologado a los moralistas franceses como La Rochefoucauld y Chamfort. Ha publicado un libro de poemas, “El instante frágil”, en 2018. Según José Ramón González, su obra «no se ciñe a una temática única, aunque predominan las observaciones precisas e iluminadoras sobre la condición humanas». Sus aforismos están, lógicamente, influidos por los aforistas objeto de sus estudios: Veamos unos ejemplos: «La moral que obliga no convence», «Muchos viven, pocos comprenden», «Hay que caminar hacia la conciliación con uno mismo» o el nietzschiano «La genealogía de la moral para saber quién soy».

     Marco Eduardo Vargas Rodgers (Huelva, 1953), traductor especializado en disciplinas técnicas, cuenta en su haber con varias novelas, entre ellas “Alfiles y peones” (1997) y “Sombra amarga” (2006), libros de ensayo como “Elogio de la traición” (1999) y Miseria de la soledad” (2003). Ha publicado un libro de aforismos, “Atreverse” (2016), del que se han seleccionado los incluidos en esta antología, algunos de carácter metapoético, como: «Los olivos, como los aforismos, maduran lentos» o «Todo aforismo tiene su anécdota» y otros de temática más variada, como: «La razón ofende a todas las ideologías» o «Recordamos para rellenar los baches de la vida».

     Luis Curiel (Montevideo, 1951), licenciado en Derecho, ha publicado la novela “Destinos imposibles” (2010) basada en su experiencia profesional como funcionario internacional. De esta misma experiencia nace, según González, su «visión desencantada de la acción política, de los partidos y de las diferentes instituciones que mueven los hilos del poder», lo que confirman aforismos como estos: «El ánimo de un político es siempre el cinismo o el engaño» o «La economía y la justicia coadyuvan a la avaricia». Marta Isabel Suárez Lueje, nacida en Madrid en 1931 y fallecida en Berna en 2003, fue una poeta con varios títulos publicados en Suiza, su país de residencia. En 1993 publicó una selección de aforismos de carácter crítico sobre la poesía y el poeta, de los que entresacado un conjunto muy representativo: «Toda poesía tiene su doblez y su vacío», «El principio de la poesía: los versos solo pueden engendrar versos», «Todo poeta necesita su armario de vanidades», «En la cuestión de la poesía, lo menos silencioso y lo más engreído es el poeta» o «Escribir un poema es un simulacro de bello narcisismo». Otro de los autores ya fallecidos es Máximo Menéndez Morán (Gijón, 1911-Puerto Rico, 2000), profesor de metafísica. Su obra aforística, cuyo núcleo temático son las reflexiones sobre el género, ha permanecido inédita. De este rescate anotamos, por ejemplo, algunos tan sugerentes como «Los aforismos son aves migratorias, van de existencia en existencia», «En el aforismo solo lo mejor es suficiente» o el irónico «La obsesión de aforizar sobre el aforismo es la nueva neurosis aforística». El volumen finaliza con tres autores muy distintos: Pablo Montalvo Quirán (Tánger, 1960), compositor musical, y autor de aforismos sobre la música «y su capacidad para trascender la experiencia intelectual y emotiva del ser humano»: «La música es un espacio privado del corazón» o «No hay nota musical que no juegue a escondidas de deseos»; Álvaro Fernández Sierra (León, 1943-Cracovia, 2019), sacerdote y profesor en diferentes universidades jesuitas  y autor de libros aforísticos como “(Per) Versiones dividas” (1986) o “Itinerario del amor divino” (1993) en los reflexiona, no sin ironía, sobre la religión: «Si existiera Dios el pensamiento sería imposible» o «Dios es sordo y permanece sordo», y, por último, Mercedes Sánchez Lobera (Mieres del Camino, 1957), profesora de Filosofía y autora de la novela “En busca de mí, yo (sic)” y de la obra teatral “Largo día” (2001). El tema metafísico protagoniza sus aforismos: «En cada lugar que hemos habitado dejamos residuos metafísicos” o «El hombre es una síntesis del ser y el no ser». Fernando Menéndez como responsable de la selección de los autores, y José Ramón González como autor de las notas introductorias ofrecen al lector una alternativa absolutamente recomendable a las antologías dominantes, demostrando que el canon no está muy abierto. Hay muchos nombres aún por descubrir, que buscan su propio lugar, con toda justicia.

Reseña publicada en El Diario Montañés, 25/11/2022

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NONI BENEGAS. FALLA LA NOCHE.

21 lunes Nov 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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NONI BENEGAS. FALLA LA NOCHE. BARTLEBY EDITORES

La noche es, para Noni Benegas (Buenos Aires, 1951), «un campo de minas / de fosfenos y alambradas / que empieza en el lóbulo frontal», pero más que la noche, parecer ser el insomnio el causante de que sus pensamientos se desboquen y la lleven a precipitarse en el abismo de la culpa, asunto central, como luego veremos, de la última sección de “Falla la noche”, el nuevo libro de esta autora que cuenta en su trayectoria con un amplio historial de títulos, entre los que mencionaremos “Argonáutica” (1984) “La balsa de la Medusa” (1896), “Cartografía ardiente” (1995), “Fragmentos de un diario desconocido” (2004), “De este roce vivo” (2009), “Lugar vertical” (2011), “Animales sagrados” (2012) y “El ángel de lo súbito” (2014).

     La primera sección, de las cinco en las que está dividido el libro, se titula «Signos», y en ella se esbozan, de forma poética, distintas formas de “significar”. A su manera, una teoría del signo y su relación con el cuerpo subyace en estos versos: «Cuando el cuerpo está inmóvil / apenas teclea», pero, obviamente, más que la relación física, lo que se interesa es la relación emocional entre la mente y las distintas formas no solo de emitir el signo lingüístico, sino de ser capaz de recibirlo (como íntérprete, siguiendo a Charles Morris). A este aspecto nos parecen remitir las menciones a poetas como Wallace Stevens, William Carlos William o Sharon Olds. Pero la palabra no es, en ocasiones, la mediadora perfecta. A veces, su significado se escapa al entendimiento, crean frases que traicionas la idea primigenia, como expresan estos versos: «Así, de frase en frase, / haber dicho por ímpetu / lo imposible de trasmitir», son incapaces de trasmitir «lo que está debajo del discurso», por eso, para comunicarnos, necesitamos el concurso de otros signos, menos contundentes, quizá, menos visibles, como, por ejemplo, el silencio, la mudez.

     «El mundo» se titula la segunda sección, en la que prima lo exterior, el mundo de afuera, lo físico, podríamos decir.  Lo real se hace presente y conforma la identidad de quien observa: «Ahora soy un objeto frágil / en manos / de una torpe relojera, // atraso atraso /adelanto adelanto // marco horas disparate / que suceden en otro lugar, / otros puntos donde no estoy. // ¿Y si fuera en este cuando miro?», pero la perspectiva con la que se contempla provoca alteraciones en la percepción, determina la jerarquía de los objetos y, por tanto, la incidencia de estos en la construcción del yo.

     En «Cosa doliente», los recuerdos dolorosos parecen haberse tatuado en la piel de la memoria: «Y aunque lave y lave / todo está ahí, / por debajo aún / vivo // y no hay torno o túnel / que no lleve a esas cámaras de dolor, / donde lo apresado gime / y recuerda // su avidez por conocer / lo que aquellas circunvalaciones / escondían», escribe Benegas en el primer poema de la sección. Resulta pues difícil desprenderse de ese lastre, vivir sin las ataduras de un pasado que se presenta mortificante: «Vivo dentro de una piedra / rehén de mis cálculos, / calcinada por mi equilibrio / a ras de suelo». La única alternativa será reconstruirse, despojándose «del atributo monstruoso / de las profundidades, / y emerger algo cercano / a la armonía / con movimientos reconocibles, / tranquilizadores», aunque, a tenor de lo que leemos en los poemas de la cuarta y última sección, esa emersión no garantiza el equilibrio emocional. Aparece la culpa: «La culpa es un argumento / para sentirse vivo». La autora reivindica el conflicto íntimo como aliente vital («estar vivo… / es una manera de estar / acosado / por las funciones terrestres»), aunque, unos versos después, afirme que «el argumento máximo / para sentirse vivo es sentir / que se está perdiendo el tiempo» y «Cualquier aliciente que cure / del malheur de vivre / es un propulsor de la culpa / del hecho de estar vivo / sin estarlo lo suficiente». No encontramos, sin embargo, en estos poemas ningún atisbo de confesionalismo. Sí se verbaliza la culpa, pero no para implorar el perdón, sino como proyección pública de la intimidad, afirmada esta por la rotundidad de los significados: «Aun así, / si pierdo el tiempo / la máquina calculadora de mi cerebro / barrunta la falta / y me condena / a la culpa que me hace sentir viva / de mala manera…». El lenguaje contiene y expresa la experiencia porque, como expresan estos versos, «no sé si yo, / fuera del lenguaje, / estoy viva / en particular». La protagonista de estos poemas vive en la duda, pero no de forma traumática, sino conciliadora. La duda es un alimento imprescindible para el espíritu, para avanzar en ese proceso, siempre inconcluso, que es el conocimiento de uno mismo, tema capital de este exigente y polisémico “Falla la noche”.

Reseña publicada en El Diario Montañés, 18/11/2022

LUIS RAMOS DE LA TORRE. HACIA LO VERDADERO (CERCANÍAS A LA VIDA Y AL ARTE EN LA POESÍA DE CLAUDIO RODRÍGUEZ

14 lunes Nov 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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LUIS RAMOS DE LA TORRE. HACIA LO VERDADERO (CERCANÍAS A LA VIDA Y AL ARTE EN LA POESÍA DE CLAUDIO RODRÍGUEZ). CHAMÁN EDICIONES

Varios son las líneas maestras de este voluminoso ensayo sobre la obra de Claudio Rodríguez, un poeta que, pese a la brevedad de su obra y pese a los numerosos estudios que se le dedican, esconde aún muchos ángulos estéticos sin desentrañar del todo. Luis Ramos de la Torre (Zamora, 1956), doctor en Filosofía, músico, poeta y consumado especialista en la obra del poeta zamorano, a quien ha dedicado títulos como “El sacramento y la materia (Poesía y salvación en Claudio Rodríguez)”, “Claudio Rodríguez para niños” y “Guía de lectura de Claudio Rodríguez”, ambos en colaboración con Luis García Jambrina, así como “Claudio Rodríguez. Antología para jóvenes”, junto a Fernando Martos Parra, se adentra en este nuevo ensayo, en primer lugar, en la relación, tan estudiada desde tiempos inmemoriales, entre arte y vida. Siguiendo la estela de Ortega y Gasset, se esbozan varias propuestas, en lo esencial coincidentes, aunque no exentas de contradicciones en su articulación, como vemos en estas palabras del autor de “Don de la ebriedad”: «La vida y la obra se unifican en mi caso. Ahora bien, yo no creo, en realidad, que la vida y la obra tengan que unificarse… en muchos casos. Pero en mi caso, sí, en mi caso confluyen directamente las experiencias, una experiencia concreta o la contemplación de un objeto concreto con la poesía» comparándolas con estas otras del autor de “La deshumanización del arte”: «Vida es una cosa, poesía otra. No las mezclemos. El poeta empieza donde el hombre acaba». Pese a que Ortega abogaba por no llevar la vida a la poesía, el día a día, los hechos cotidianos, los actos aparentemente nimios son material poético de alta calidad y sobre ellos levantará nuestro autor su elaborada poética. Ramos de la Torre analiza el concepto de “vida” a través de los diferentes títulos de Rodríguez y se decanta por la afirmación orteguiana, recalcando que «la poesía verdadera […] y la vida nunca van a ser lo mismo». Otro de los aspectos estudiados en este volumen es de la “mirada”, asociada a la contemplación, la mirada detenida, sosegada conduce a la contemplación y, a través de esta, el poeta logra la salvación, en un sentido que podemos equiparar a lo místico: «La contemplación de lo pequeño y de lo sencillo se va a convertir y llegará a ser salvación de lo elevado porque se trata de un ver que es ir “más allá”…», la salvación llegará a través de la palabra, del canto, y este nace del amor por las cosas, de vivirlas con intensidad y veneración.

De las vinculaciones poéticas entre Claudio Rodríguez tanto con Pedro Salinas como con Carlos Bousoño se ocupa Ramos de la Torre en la segunda sección del libro. Con el primero, afirma el estudioso, le une el concepto de salvación y el de aventura hacia lo absoluto, «pues ambos son poetas de lo vital preocupados por la necesidad de habérselas con la vida que en el tiempo de cada uno les tocó vivir». Paradójicamente, en esta vida que les tocó vivir no influyeron las peripecias biográficas, algo que nos parece discutible, al menos en el caso de Salinas. Con Bousoño le une también el concepto de salvación, pero parece otro, el de naufragio, que sirve de contrapunto y añade esa sensación de inseguridad tan consustancial a la propia vida.

La sección tercera, «El cuerpo: surco ofrecido en la poesía natural de Claudio Rodríguez». Vinculado a la cualidad física, a su materialidad, el cuerpo, escenario de los avatares de la existencia, es un escalón más en el proceso ascensional hacia la salvación. En los capítulos siguientes se estudia la relación entre la mano ―la mano creadora― y los oficios, podríamos decir, ancestrales, tan presentes en la obra de Rodríguez. La convergencia entre el escultor Baltasar Lobo y el poeta, convergencias que surgen de la contemplación de un mismo paisaje y de la luz que lo ilumina y, también, de una misma idea ética y moral de la obra artística, ocupa un documentadísimo quinto capítulo. «Otra de las claves conceptuales y vitales que les unen o acercan ―escribe Ramos de la Torre― aún más en esta convergencia creativa es la importancia que en todo momento, y cada uno por su lado, otorgan a la amistad».

Otros ensayos relativos a la importancia de lo seminal como símbolo de la fertilidad en la obra de Claudio Rodríguez, a «la vigencia del temblor y lo trémulo en su impulso creativo y su búsqueda continua de lo verdadero», a «la dignidad del perdedor» o la «Cercanía creadora entre la pintura de José María Mezquita Gullón y la poesía de Claudio Rodríguez» ponen fin a este recorrido por la obra del zamorano, recorrido en muchos casos, original, que desvela aspectos, si no poco estudiados, sí pobremente relacionados, y lo hace con sabiduría y entusiasmo. Quizá estas sean las mayores virtudes de este exhaustivo estudio, que, por otra parte, deja abiertos innumerables caminos para que futuros apasionados sigan investigando.

Reseña publicada en El Diario Montañés, 11/11/2022

ALFREDO GIULIANI. EBRIEDAD DE APLACAMIENTOS/ POETRIX BAZAAR.

07 lunes Nov 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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ALFREDO GIULIANI. EBRIEDAD DE APLACAMIENTOS/ POETRIX BAZAAR. EDICIÓN BILINGÜE DE JOSÉ MUÑOZ RIVAS

EDITORIAL EL SASTRE DE APOLLINAIRE

Pese a ser uno de los autores más influyentes tanto por su labor poética como por su dedicación a la crítica literaria y al ensayo en la segunda mitad del pasado siglo en Italia, Alfredo Giuliani (¡924-2007) es escasamente conocido en nuestro país. Solo su libro “Versi e nonversi” (1986) -en él se recoge su poesía desde 1955 hasta 1984 ―se ha traducido al español en 1991, de la mano de José Muñoz Rivas, un incansable difusor de la poesía italiana. Tras un silencio editorial de una década, Giuliani publica en 1993 “Ebriedad de aplacamientos” y en 2003 “Poetrix Bazar”. Son estos dos últimos libros los que recoge la presente edición. Dos libros muy distintos entre sí y con notables variaciones internas en cada uno de ellos. Esta miscelánea, junto con cierta desinhibición formal y temática, se justifica por la edad provecta en la que están escritos, sobre todo el segundo. El poeta no necesita justificar ante el lector su vocación poética, lo que pretende es “hablar de tú con el mundo” (aunque estéticamente muy distintos del autor italiano, un afán vitalista similar podemos encontrar en Muñoz Rojas o en Jiménez Lozano, sin ir más lejos).

La poesía de Giuliani posee un entramado filosófico en el que no escasean las referencias a Nietzsche, Kierkegaard, Heidegger, Wittgenstein o Freud, entre otros. En cuanto a las influencias literarias, estas provienen mayoritariamente del mundo anglosajón: Dylan Thomas, Pound, Eliot, Auden, Larkin, o Willian Empson ―de quien versionará varios poemas―.

En la forzosamente breve, pero imprescindible, introducción, Muñoz Rojas ofrece unas pinceladas sobre la labor crítica de Alfredo Giuliani, autor, entre otros, de la influyente antología “I Novissimi. Poesie per gli anni’ 60”, un compendio de la poesía neovanguardista italiana en la que el mismo poeta se inscribe. En palabras del traductor, Giuliani «está queriendo anular la concepción pequeño burguesa de la poesía. Sin ir más lejos, la poesía romántico-crepuscular que configura una visión cursi, como él explica, autocomplaciente y algo tonta». Defiende, además, el verso proyectivo de Charles Olson, una forma de versificar atento, no a los patrones métricos y acentuales sino al ritmo de la respiración.

“Ebriedad del aplacamiento” mantiene aún una relación estrecha con su poética anterior. La corriente surrealista está muy presente en los primeros poemas del libro: «Germina que zurda respire a escondite / el sol está en el pozo de nuestro conjunto infinito / por remolinos incandescentes vago espejos de espumas / desgrana la hipótesis de hiperbólico fuego…» ―fiel al dictum eloitiano de que «el pensamiento puede ser oscuro, pero la palabras es lúcida, o más bien traslúcida»―, lo que no le impide recrear poema de un clásico como Guido Cavalcanti («Acordes, disonancias»). El buen humor es otra de las características que afloran con mayor ímpetu en esta nueva entrega. Poemas como «La merienda de Rico» o «El hombrecito de buena voluntad». Giuliani sabe que «los poetas no pueden estar calmados», deben estar atentos a cuanto acontece a su alrededor y dentro de sí mismos para dar cuenta de ello a través del lenguaje: «Goza y trabaja una palabra y una palabra», escribe. La influencia del poeta medieval nacido en Siracusa ―vivió en Sevilla y falleció en Mallorca― en lengua árabe Ibn Hamdîs se deja sentir en las versiones de algunos poemas de tema amorosos y fraternal: «¡Querido padre! Dios riegue de misericordia tu tumba, / la refresque por la noche y la mañana, Él que en el dichoso reposo / te desató el alma d. el el cuerpo». El británico William Empson, (1906-1984) ―bien considerado por poetas tan dispares como Eliot o Robert Lowell―fue otra de las influencias más evidentes. Son, estos últimos, poemas más narrativos. Las imágenes surrealistas han dado paso a descripciones más apegadas a la realidad.

“Poetrix Bazzar”, su último libro, es un libro carente de organicidad, sus poemas «presentan un nivel de dispersión aparente bastante generalizada», nos dice Muñoz Rivas. Abundando en ello, Giuliani escribe, en «Alguna noticia del autor sobre cómo nació este libro», que «Los pocos poemas escritos ocasionalmente en los últimos años, puestos juntos, no constituían siquiera el hipotético núcleo de un libro». Fue la disposición del autor, una vez concebido el proyecto del libro y de comprometerse con un amigo, a escribir la que alimentó las ideas para que los poemas tomaran forma. La mayoría de los poemas fueron escritos entre 2001 y 2002, otros en diferentes épocas. Quizá de ese compromiso amical nacieron versos como estos que esconden toda una poética: «Se hace por alegría     melancolía / broma y furor     o lo que sea / estupidez / no cambia la vida la poesía / forma de mentira que incluye el verdadero / arte del decir torcido     innombrando / ritmo del porvenir». El sesgo narrativo de la mayoría de estos poemas no oculta los detalles de origen visionario que mantienen la carga de ambigüedad tan presente en la obra anterior de Alfredo Giuliani. Este volumen recoge la obra final de unos de los grandes intelectuales y poetas italianos del pasado siglo. No es su obra más significativa, pero es una excelente ocasión para conocerlo.

Reseña publicada en El Diario Montañés, 4/11/2022

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