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Archivos mensuales: mayo 2022

BILLY COLLINS. EL DÍA DE LA BALLENA

31 martes May 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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BILLY COLLINS. EL DÍA DE LA BALLENA. TRADUCCIÓN DE JUAN JOSÉ VÉLEZ OTERO
VALPARAÍSO EDICIONES
 
Considerado como el poeta más popular de Estados Unidos, Billy Collins (Nueva York, 1941) despertó a la poesía gracias a su madre, la cual, siendo aún muy niño, le recitaba poemas, inculcándole así esa pasión que se consolidaría pasados los años. Su extensa obra ―catorce libros de poemas― ha sido objeto de numerosos premios y becas de creación, como como las concedidas por la National Endowment for the Arts, por la Fundación para las Artes de Nueva York y por la Fundación John Simon Guggenheim.
“El día de la ballena”, traducido magistralmente por Juan José Vélez Otero, quien se ha convertido el los últimos años en la voz de Collins en español, engrosa la ya larga lista de libros publicados en nuestro idioma: “Navegando a solas por la habitación”, “Lo malo de la poesía y otros poemas” “Poemas”, “Siete elefantes de pie bajo la lluvia. Antología” y “La lluvia en Portugal”.
 
     Collins conoce bien su oficio y escribe con una irónica inteligencia que el lector sabe estimar percozmente. Desde el primer poema del libro, «Paseando a mi perra de setenta y cinco años» sus procedimientos poéticos quedan al desnudo: la descripción de los hechos es precisa, minuciosa a la vez que compasiva: «Camina despacio y con dolor, / así que, a menudo, tengo que detenerme y esperar / mientras examina unos hierbajos al borde de la carretera / como si estuviese leyendo la biografía de un perro famoso». Aparece también, en esta primera estrofa, otro de los rasgos determinantes de su poesía, el humor, con el que consigue mitigar la tragedia que se esconde detrás de los actos cotidianos de la existencia, humor que se extiende a tanto a sus propias circunstancias como a las externas (El poema «Americanos contemporáneos» es un buen ejemplo en este sentido).
 
     Muchos de sus poemas se dirigen a tú ―su esposa, un amigo, un desconocido― que comparte escenario, de ahí que el estilo conversacional sea el más apropiado para describir este tipo de situaciones, como en este ejemplo: «Cuando te conté por teléfono / que acaba de presenciar una bandada de gansos canadienses / volando en V a solo unos pies sobre la superficie del lago, / me preguntaste si había hecho una foto…», sigue después una descripción pormenorizada, tal del gusto de nuestro poeta, en la que no queda detalle sin contar fruto de una muy pensada observación: «Había al menos treinta, y parecieron / de repente, justo después de marcar tu número» y es que Collins es un virtuoso a la hora de disimular, mediante el ropaje del lenguaje sencillo y coloquial, la verdad oculta que florece en los objetos y en los hechos más cotidianos, en lo aparentemente insustancial. Solo el lector avisado puede advertirlo porque la manera de narrar esos hechos intrascendentes es tan elemental que puede incitar a prestar atención solo al envoltorio, olvidando lo que este oculta, como la muerte, por ejemplo ―un asunto central en varios poemas de este libro a lo que no resulta ajeno la edad avanzada del poeta, setenta y siete años cuando se publica la edición original de este libro― en los titulados «Esperanza de vida», «Cremación» en que, haciendo gala de su sentido del humor, reflexiona sobre el lugar al que irán a parar sus cenizas una vez incinerado o «Mi funeral»: «Después de los elogios, de esto y de aquello, / de una bendición / y de lo que sigue, / mientras los transeúntes, afuera, caminan / bajo el campanario inclinado / dirigiéndose a este o es lugar, / llegará el momento / en que todos están un poco hartos». Pese a tratar asuntos tan transcendentales, Colles, gracias al sesgo irónico, nunca cae el patetismo, aunque vea en un documental sobre la guerra un grupo de prisioneros caminando en hilera y con los ojos vendados hacia un más que probable cadalso. Si aflora, sin embargo, la nostalgia cuando vuelve la mirada hacia la infancia, como en el poema «La oficina de mi padre, John Street, Nueva York, 1953», que comienza con estos versos: «Me llevaba con él cuando era niño, / antes de que se pusiera de moda, / los dos en el metro, / luego caminábamos unas manzanas / hasta llegar a la compañía de seguros donde él trabajaba». No cabe duda de que en Billy Collins se conjugan de manera admirable su teoría poética ―puesta de manifiesto en diferentes poemas, pero sobre todo en «La función de la poesía»― de desmitificación de la figura del poeta con el propio ejercicio poético, con su manera de escribir, porque es consciente de que esa función «es recordarme  / que en la vida hay muchas cosas / de las que suelo hacer / cuando no estoy leyendo o escribiendo poesía». Muchos de sus lectores comparten esta idea que él como poeta tan bien representa. Nada de mundos asépticos y lejanos, sino conversaciones en el salón de la casa familiar. Eso es lo que leemos en sus poemas.
·         Reseña publicada en El Diario Montañés, 27/05/2022
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JOSÉ ANTONIO LLERA. TANATOGRAFÍA.

24 martes May 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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JOSÉ ANTONIO LLERA. TANATOGRAFÍA. PREMIO LEONOR DE POESÍA.

DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE SORIA

Los doces poemas ―todos extensos, salvo el sexto y el último―que integran este libro guardan muchos paralelismos en su construcción con la técnica empleada en el montaje cinematográfico. Varios indicios así lo atestiguan, entre ellos las menciones al fundido en negro, al cine mudo o la cita de Pasolini que cierra el libro. José Antonio Llera (Badajoz, 1971) ―autor de libros de poemas como “Preludios a la inmersión” (1999), “El monólogo de Homero” (2007), “El síndrome de Diógenes” (2009), “Transporte de animales vivos” (2013) y el más reciente “El hombre al que le zumban los oídos” (2021), traductor y reconocido especialista en literatura española― ha elegido determinados momentos de su pasado y los ha ensamblado con instantes más o menos recientes. En su ánimo, probablemente, haya influido el deseo de contextualizarlos bajo el prisma del presente para objetivar, en la medida de lo posible, la experiencia, huyendo así del sesgo nostálgico ―y con cierto halo victimista― tan frecuente en mucha de la poesía actual, de hecho, Llera se pregunta «¿Tendremos nostalgia de todo lo que no pudimos quemar, / o es solo un sentimiento impostado que nos persigue / a los que nos acostamos sin rezos ni barbitúricos?». Esa actitud, como digo, le permite, acaso de manera involuntaria, elegir ciertos recuerdos, sobre todo los que tienen que ver con sus padres y con la presencia tutelar de la muerte, vista, eso sí, en perspectiva ―el título del libro resulta, a este respecto, suficientemente explícito―.

     Los cambios tanto de plano como temporales, y aquí regresamos a la técnica del montaje cinematográfico, nos sumergen en una atmósfera de incertidumbre, situación que agudizan algunos versos como este: «El yo de este poema me persigue sin darme caza», en el que se enfrentan el yo real con el yo ficcionalizado por la poesía (a medida que avanza la lectura vemos como Llera va desarrollando su teoría poética) y se firma un pacto de no agresión con la memoria. No se cuestiona si son ciertos o no los hechos recordados porque la memoria, como la verdad, también se inventa: «Siento que vomito el pasado con sus aparejos. / Lo vivido está en coma, en el jergón de al lado, / en círculos borrosos que miden la edad de los abetos». Este ejercicio biográfico ―estamos leyendo una poesía de corte testimonial―  supone todo un reto, porque desnuda la conciencia del autor, pero, al mismo tiempo, goza del beneficio de la complicidad de los lectores generacionalmente cercanos, muchos de los cuales, sin duda, añorarán un tipo de vida ya casi extinto en el que los silencios se vinculaban de forma directa con las emociones verdaderas: «Mi abuela paterna cargaba haces de leña sobre la cabeza / y nunca necesitó fisioterapia. / Al morir, repitió dos monosílabos: “¡Ya, ya! / Nunca supimos lo que quiso decir: / ¿Qué al fin se le apaciguaba / o que caminaba hacia la muerte sin cargas de leña?». Llera combina a modo de “collage” con destreza esa acumulación de situaciones que fueron dando forma a sus años de aprendizaje con un presente cargado de referencias culturales y del mundo del espectáculo ―lo mismo acude a Séneca o a Arthur Cravan que a la revista Life, a la Fórmula 1 o las bicicletas Orbea― porque, como le ocurría en su infancia y en su adolescencia con los dichos populares, con los juegos o «el pan y el chocolate de la merienda», están perfectamente integrados en su biografía y ambos configuran el futuro, un futuro para el que se inventan «hoy nuevos calendarios» y en el que la relación entre vida y literatura se estrecha hasta casi desparecer, como expone en esta reflexión de carácter metapoético, a la que aludíamos más arriba: «Ahora lo comprendo: escribir es también / inyectarse venenos, propagar nuestras calamidades. / (Ya lo dijo Alejandra Pizarnik en su diario: / “La vida perdida para la literatura / por culpa de la literatura”). En resumen, la escritura, más que una tabla de salvación, parece ser un modo de pensar la vida y de vivirla con mayor intensidad, porque elimina los lastres de la conciencia, los deposita en la página, como si esta fuera un espacio incontaminado, tan aséptico como el de un depósito de cadáveres.


José Antonio Llera ha escogido para liberar a sus fantasmas un verso de largo aliento que combina metros tradicionales, heptasílabos, eneasílabos, endecasílabos. Consigue así un tempo más lento que incita a la reflexión y a la recreación de esas imágenes que, aunque ya conocidas por muchos lectores, nos incitan a mirarlas de otra forma «para comenzar todo de nuevo» y este uno de los muchísimos aciertos que posee este libro, sobre todo, si tenemos en cuenta que la única forma de satisfacción posible en el presente para un escritor ―esta es una de las muchas contradicciones que sufre― es aceptar que la escritura es una perversión, solo un sucedáneo de la vida, no una vida real, esa que se esconde en «las abubillas de los parques».

Reseña publicada en El Diario Montañés, 20/05/2022

PIER PAOLO PASOLINI. MARAVILLOSA Y MÍSERA CIUDAD

14 sábado May 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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PIER PAOLO PASOLINI. MARAVILLOSA Y MÍSERA CIUDAD. POEMAS ROMANOS. TRADUCCIÓN DE MARÍA BASTIANES Y ANDRÉS CATALÁN.

EDITORIAL ULTRAMARINOS

Se cumple este año el primer centenario del nacimiento del, entre otras cosas, poeta, director de cine y controvertido analista sociopolítico Pier Paolo Pasolini (Bolonia, 1922-Roma, 1975). Las extrañas circunstancias de su muerte en la ciudad que le acogió desde 1950 han sido analizadas pormenorizadamente y aún suscitan interpretaciones encontradas, pero para nuestro cometido, el de leer su poesía, tales elucubraciones, carecen por entero de interés. Si conviene situar al poeta en los suburbios de una ciudad que es capaz de estimular hasta el extremo su apetito de vida y, por otra parte, de sumirle en el desencanto. La situación de precariedad laboral y económica que sufre los primeros años de su estancia romana influye en esos sentimientos de manera innegable y, cómo no, en su escritura. Roma, escriben los autores de esta edición, «tiene dos caras. Fea y hermosa. Seductora y chocante. Fragmentada y total. Enorme, ilimitada, cruel y socarrada» y el título de este libro, “Maravillosa y mísera ciudad”, que proviene de un verso de Pasolini, en el que se agrupan poemas en los cuales el poeta hace alusión a la ciudad, resume perfectamente esta idea. Pasolini, desarraigado y expectante ante al caos en el que ha desembocado su vida, se ve como «un hombre de verdad, / uno que de verdad pierde el don / de su juventud, que verdaderamente muere» y, al mismo tiempo, celebra la sensualidad y el gozo, la «suerte que es tan nueva / como para gritar de asombro». Los poemas que integran este libro trazan una especie de recorrido autobiográfico y, como tal, muestran distintos estados de ánimo ―Pasolini parecía tener un carácter ciclotímico, a tenor de los cambios radicales que expresan sus versos―. La euforia que nace del deseo colmado contrasta con esa angustia que desprende la descripción de los lugares de la periferia por los que discurría su vida: «Corría el crepúsculo fangoso, / dejando atrás agitadas dársenas, mudos / andamios por rioni impregnados / de olor a hierro, a harapos / recalentados, que bajo una costra de polvo, entre casuchas de latón / y desagües, alzaban sus paredes / nuevas y ya negras, contra el fondo / de una metrópolis desteñida». La minuciosidad con la que están descritos esos paisajes suburbiales plagados de edificios medio en ruinas y de chabolas que crecen sin control alrededor de la metrópolis desteñida nos permite recrear el tipo de vida marginal con absoluta solvencia. Se recrean con fluidez narrativa situaciones, lugares, situaciones personajes anónimos que sufren por anhelos insatisfechos y malviven cargando con el peso de cientos de esperanzas frustradas. Pese a todo, como decíamos, Pasolini entresaca de la miseria y el desaliento la «fiesta del pasar y el mirar», pero no estamos sugiriendo que el poeta sea un observador en la distancia, en absoluto. Era en esta marginalidad en donde encontraba la nobleza y la honestidad más vívida del ser humano, como denunciaría en muchos de sus escritos. Su naturaleza hipersensible le condujo a vivir, en muchas ocasiones, a merced de sus instintos, de ahí que las experiencias que articulan los poemas están dramatizadas con un vigor realista, en muchos casos de carácter social, aunque eso no excluye el sesgo imaginativo que nutre su retórica: «El escándalo de contradecirme, de estar / contigo y contra ti; contigo en el corazón, / en la luz, contra ti en las oscuras vísceras; // traidor a mi estado paterno / ―en mis ideas, en mis atisbos de acción―/ me sé ligado a él en el arrebato / de los instintos, de la pasión estética» escribe en «Las cenizas de Gramsci».

El volumen se completa con «Notas a pie de Roma», que son una especie de documentada guía de viaje por la Roma de Pasolini, guía, recuerdan los editores, «puede utilizarse para recorrerla sin moverse de casa, o puede usarse, libro en mano, para recorrer los confines de la ciudad siguiendo los poemas, las películas y las descripciones sacadas de diversos textos en prosa de Pasolini» y con el apartado titulado «Contextos», que consta de dos ensayos. El primero, «Pasolini en Roma», escrito por Franco Buffoni (Gallarate, 1948) uno de las voces poéticas más seguidas de su país, quien diserta sobre la muerte violenta del poeta y escribe que «No es verdad que lo matara su propia debilidad, aquella que lo inducía a ponerse en situaciones de “riesgo” con jóvenes varones “heterosexuales”. La homofobia ha ayudado a enmascarar y ha hecho más cruel un delito político». El segundo texto, «Walkabout Pasolini», se debe al arquitecto Francesco Careri (Roma, 1966) y en él analiza las transformaciones que ha sufrido la ciudad desde la muerte del poeta. Ambos ensayos ponen el broche final a esta modélica edición que con tanto mimo han preparado María Bastianes y Andrés Catalán, a quienes, desde estas páginas, queremos trasmitirles nuestra enhorabuena.

  • Reseña publicada en El Diario Montañés, 13/05/2022

MIQUEL MARTÍ I POL. LIBRO DE AUSENCIAS

09 lunes May 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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MIQUEL MARTÍ I POL. LIBRO DE AUSENCIAS. TRADUCCIÓN Y PRÓLOGO DE MARTA LÓPEZ VILAR.

BARTEBLY EDITORES

Corría el año 1981 cuando se publicó el libro “Estimada Marta”, de Miquel Martí i Pol (Roda de Ter, 1929-Vic, 2003), en traducción del entonces casi desconocido Joan Margarit. Dicha publicación supuso el descubrimiento por parte del lector en castellano de un autor que contaba ya con una sólida trayectoria en catalán (Ha obtenido en tres ocasiones el Premio de la Crítica de poesía catalana, en os años 1979, 1991 y 1994). El libro fue recibido en su momento con encendidos elogios, pero, como ocurre con demasiada frecuencia, este «éxito», salvo para los lectores fieles, enseguida se diluyó, en este caso provocado, además de por la incuria habitual, por las tensiones políticas y sociales de la época. La sociedad española vivía en una atmósfera contaminada por el ruido de los sables y tanto la poesía como la canción de autor no eran ajenas a ella. Como consecuencia de todo lo dicho, no sería hasta 1997 cuando otro de sus libros tuviera su versión castellana, “El aniversario”, a cargo de Fabrici Caivano. Por último, en 2004 Montserrat Duarte publicó su versión de “Después de todo”. Si no estamos mal informados, no existen otras ediciones en nuestro país, por eso tiene especial interés la publicación de “Libro de ausencias”, en edición de Marta López Vilar, un título que explicita con sobriedad el tema que articula los poemas. Convenimos con la editora que, para Martí i Pol, «Es lo pequeño la gestación de un yo introspectivo que siente la experiencia como un lugar donde iniciar el camino hacia adentro para nombrar el mundo. La poesía es un medio de comprensión de sí mismo desde lo ínfimo y lo esencial». Esta comprensión la obtiene el poeta a través de un lenguaje sencillo que busca la claridad expresiva. Dicha sencillez no significa, como a veces se piensa, ausencia de reflexión y de profundidad de pensamiento. Antes al contrario, gracias a la palabra de uso habitual, pero cargada de referencias sorprendentes y de sentidos primordiales, se consigue una mayor hondura en el decir.

Por otra parte, hemos de tener en cuenta que la obra de Miquel Martí i Pol está asociada a su experiencia vital de una forma desgarradora y voluntariamente asumida. Si nos viéramos obligados a resaltar dos hechos significativos en su vida ―abusando de la simplificación― nos remitiríamos a 1970, año en el que se le diagnostica la esclerosis múltiple y que le obliga a dejar su trabajo en 1973. La enfermedad marcará toda su escritura posterior y está presente, incluso, en un título como el ya mencionado “Amada Marta”, de un no velado entusiasmo vital, en el que el ansia amorosa y el despliegue verbal consiguiente acrecientan la sensualidad y el erotismo.

El otro hecho tristemente revelador se refiere a la muerte de su esposa, Dolors Feixas, en 1984. De este luctuoso hecho nace “Libro de ausencias” (1985) que ahora traduce con notable solvencia Marta López Vilar, quien escribe en el prólogo que «Escribir desde la muerte del ser amado es, en este libro, una manera de comprender ese mundo que queda abandonado, tan brutalmente». No es difícil imaginar la desolación y el desvalimiento que embargan al poeta y la tabla de salvación que encuentra en la escritura, en el convencimiento de que la palabra poética es la única que puede cerrar, siquiera mínimamente, la herida abierta e intenta paliar el desorden sentimental y la desubicación vital que provoca la pérdida. «Desde esta soledad te pienso», escribe, y las palabras que verbalizan ese pensamiento son, además, son el antónimo del silencio, por más que este haga «más densos / los recuerdos y más íntimo el tiempo / que para vivirlos nos es dado». Según esto, la ausencia no es del todo absoluta porque todo lo que recuerda a la persona, todo lo que conforma la memoria, la mantiene viva, eso sí, de una forma sucedánea, no real: «No volverás nunca más, pero perduras / en las cosas y en mí de tal manera / que me cuesta imaginarte ausente para siempre», escribe en el poema «Carta a Dolors», por eso el dolor persiste más allá del sosiego que trasmite la imagen rememorada, un dolor que tiene, por otra parte, un aspecto revitalizante: «pero de este dolor saco la fuerza / para recordarte y escribir estas palabras». En los momentos de mayor abatimiento el poeta siente que la muerte de la persona amada representa una forma, tal vez más cruel, de anticipar la propia muerte porque «más triste es ver la agonía / lenta de alguien que amas» que la de uno mismo. Un indudable acto de amor que se materializa en los versos: «El amor me mueve, el amor a cada cosa», escribe en «Casi una elegía». Son palabras, como señalábamos al principio, sencillas, comunes, que se han repetido a lo largo de los siglos, pero siguen manteniendo su actualidad, una actualidad en la que tendemos a intelectualiza en exceso el dolor, como si temiéramos desnudar nuestros más profundos sentimientos. Martí i Pol no comete ese error, por eso su dolor es un dolor colectivo, semejante al de cualquiera que haya padecido una situación semejante, eso sí, expresado con la sutileza de quien huye del victimismo, aunque se sienta abatido. Un sabio ejemplo.

  • Reseña publicada en El Diario Montañés, 6/05/2022

JAVIER VELA. GUÍA DE PASOS PERDIDOS

04 miércoles May 2022

Posted by carlosalcorta in Reseñas

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JAVIER VELA. GUÍA DE PASOS PERDIDOS. PÁGINAS DE ESPUMA
 
Javier Vela (Madrid, 1981) frecuenta varios géneros literarios: la poesía, con títulos como Imaginario (2009), Hotel Origen (2015) o, el más reciente, Cuando el monarca espera (2019); la novela, con La tierra es para siempre (2019) y otros géneros sin definición concreta que compaginan géneros como el ensayo, el aforismo y el microcuento. Ahora, con este Guía de pasos perdidos, se interna en el difícil género del cuento, aunque, como veremos posteriormente, alguno de ellos, se parezca, por su desarrollo narrativo, más a una novela corta. Es el caso del que da título al libro. La búsqueda de un personaje enigmático, Karl Borromäus, permite a Vela hacer un ejercicio retrospectivo de reconstrucción con los pocos datos de que disponen, para especular sobre la vida del personaje y su destino incierto. El resultado queda en suspenso, por eso para el lector no supone una dificultad insalvable especular sobre el futuro en un desarrollo más extenso de la historia.
     «A veces pienso ―afirma Javier Vela en una entrevista― en los cuentos como en piedras de un río que, al unirse en hileras, nos permiten cruzarlo desde una orilla a otra sin que el agua nos entre en los zapatos. Los buenos cuentos tejen territorios y diluyen fronteras, desbaratando las distinciones genéricas». Y eso es lo que veremos en los once cuentos que componen el libro y, pese a que muchos de ellos poseen diferente extensión, todos mantienen la tensión propia de lo breve. «La crucecita» y «Fabio», dos de los más cortos ―«Zoológico privado» es, con mucho, el más breve―, esconden entre líneas, más que una historia, la intensidad de lo simbólico y la fuerza que un objeto aparentemente insustancial o una situación anodina pueden ejercer sobre el desarrollo de los acontecimientos. La atención al detalle que modifica la conducta o convierte en anómalo y determinante un suceso cotidiano. Lo vemos en el segundo relato citado, que comienza con esta frase: «Fabio y sus padres cenan en silencio bajo el amparo de la tarde estival» y finaliza con esta reflexión: «Silueteado ahora entre las sábanas, Fabio descansa al fin en la certeza de que el mundo, más sólido que antes, seguirá ahí esperándole cuando el emerja del sueño. Un gato gris, un árbol, el canto mudo de un pájaro. La realidad se apaga. Sus ojos se van cerrando». En medio, la discordia crece en medio de reproches e imprecaciones mientras Fabio fantasea con la comida que holgazanea en el plato. Después, ya en su cuarto, tumbado en la cama, decide internarse en la noche y caminar por el bosque, lejos de sus seres queridos. Al cabo de un tiempo ―¿unas horas?― regresa a casa. Las cosas siguen estando en su sitio, Aparentemente nada ha cambiado, pero él siente cierta transformación en su interior. El final, como hemos visto, resume a la perfección, sin desvelar el misterio, la situación. Esa es la esencia del relato y Javier Vela lo ha abordado con inteligencia y sabiduría. Tal vez uno de los más inquietantes sea el titulado «La habitación». La narradora describe a un padre que es un compendio de «virtudes»: maltratador, borracho, violador. La madre parece ignorar sus actividades. Una situación, lamentablemente, más habitual de lo que queremos suponer. El relato va avanzando desde el pasado al presente y lo hace a través de unos pocos detalles, descritos con una economía narrativa digna de reseñar. Cuando el padre muere, la protagonista, que ya ha dejado de ser una adolescente atemorizada, sin embargo, no logra restablecer la serenidad en la mente El daño infligido es demasiado grande: «Siempre me he preguntado cuán responsables somos de aquello que ignoramos y si lo que sabemos, por impreciso que sea, no nos obliga al menos a llamar a otras puertas y a hurgar en los desvanes en que a menudo preferimos no entrar», dice la narradora. Son solo unos ejemplos de lo que podemos encontrar en este estupendo libro de cuentos.
 

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