don de lenguas

DON DE LENGUAS. ENTREVISTAS LITERARIAS. JORDI DOCE (Ed.) EDITORIAL CONFLUENCIAS, 2015

 

A pesar de las apariencias, y acaso influidos por la lamentable forma de realizarla que ejecutan muchos profesionales de la comunicación, la entrevista no es un género fácil, antes al contrario, exige una estructura y un grado de conocimiento tan exhaustivo del personaje entrevistado que no podemos más que sonrojarnos ante los penosos ejercicios de pirotécnia verbal que sufrimos a diario, sobre todo a través de la radio y la televisión. Por esta razón (existen, por lo demás, muchas otras), debemos felicitarnos cuando escuchamos o leemos algunas elaboradas «con conocimiento de causa», como es el caso que nos ocupa. Con una agudeza espléndida y con un bagaje cultural admirable, pero sin hacer de ninguna de ambas cualidades alardes innecesarios,  Jordi Doce recoge en este Don de lenguas diversas entrevistas —dos de ellas realizadas en colaboración con Rafael-José Díaz (la de Philip Jaccottet) y con Esther Ramón (la de Cees Nooteboom)— a otros tantos escritores, poetas fundamentalmente, hechas en su mayor parte durante la etapa que ejerció como editor en el Círculo de Bellas Artes madrileño y publicadas en su momento en la revista Minerva. De la calidad de los entrevistados nadie puede dudar. Además de los ya citados, Jaccottet y Nooteboom, podemos leer las jugosas respuestas de Caballero Bonald, de Umberto Eco, del Nobel Seamus Heaney, lamentablemente ya fallecido, de Adam Zagajewsky y de John Burnside. Estos últimos mantienen una conversación que no tiene desperdicio bajo la atenta y perspicaz mirada de Jordi Doce, que encauza las respuestas con una cintura envidiable, algo extremadamente complicado cuando se tiene en frente mentes tan sobresalientes como las de estos poetas. La trayectoria de Jordi Doce, que nos ha proporcionado estudios insustituibles sobre la poesía y los poetas como Imán y desafío (2005), La ciudad consciente. Ensayos sobre T.S. Eliot y W.H. Auden (2010) o Las formas disconformes. Lecturas de poesía hispánica (2013), nos lleva a pensar que estamos ante de uno de los más cualificados expertos actuales para llevar a cabo esta empresa, porque, además de todo lo dicho, Jordi Doce es un magnífico poeta con una trayectoria firme y  exigente, trayectoria a la que ha puesto un merecido colofón, por supuesto provisional, con la publicación de la antología Nada se pierde. Poemas escogidos, recientemente publicada por la editorial Prensas de la Universidad de Zaragoza, en la colección La gruta de las palabras que dirige con tacto exquisito Fernando Sanmartín.

La pluralidad de voces y de estéticas que representan cada uno de los entrevistados resulta sumamente gratificante porque ayuda al lector a comprender algunas de las formas de la propia construcción del hecho poético, formas interconectadas en muchos casos y en ningún caso excluyentes, a pesar de que en muchas ocasiones cierto maniqueísmo crítico intente así presentarlas. Un poeta de ascendencia simbolista como Phlippe Jaccottet dice que para escribir «se parte de la vida y, en mi caso, de la naturaleza, lo cual es mejor». José Manuel Caballero Bonald, también simbolista, culteranista podríamos decir, afirma: «Yo parto de la memoria, es el punto de arranque, el factor desencadenante de la acción poética», pero acaso por esta vinculación, no a la estricta experiencia, sino a las ascuas que de ella quedan plasmadas en forma de recuerdos, explica que no puede «escribir realismo plano a la carrera o sin corregirlo, sin recrearme en las frases, la sintaxis, la morfología, el léxico…todo eso lo tengo presente». Más allá de las reflexiones estrictamente poéticas se extienden las respuestas de autores como Umberto Eco o Cees Nooteboom. Ambos escritores, sin mostrar intereses comunes destacables, comparten una misma ambición, la de comprender y analizar el entorno, la sociedad en la que habitan desde ópticas diversas, desde la lingüística o la tecnológica, desde la sociológica e incluso la etnográfica, pero es en el lugar que ocupa el arte en la sociedad actual en donde las concordancias son más evidentes. «Se modifica el criterio y lo que antes se valoraba por “bonito” ahora se valora por ser “provocador”, afirma Eco hablando del arte actual, y Nooteboom viene a expresar lo mismo cuando dice: «Lo que me interesa, siempre que contemplo El jardín de las delicias de El Bosco, es lo que vemos nosotros al cabo del tiempo». La mirada como bisagra entre el pasado y el presente, como gozne entre lo íntimo y lo externo.

«Corpulento y afable, más delgado que en fotos recientes, los labios finos, los ojos achinados y risueños», así describe Jordi Doce a Seamus Heaney. La entrevista se celebró en 2008 y hoy la leemos con cierto matiz testamentario porque el poeta falleció en 2013. Se advierte por el tono la complicidad existente entre entrevistador y entrevistado, que no se centra en asuntos, digamos, profesionales, sino que roza la confidencia íntima, como este párrafo: «Empecé tarde, pero no exagero si digo que cuando llegué a la poesía, a principios de los años sesenta,

tuvo un efecto mágico sobre mí. Mi aprendizaje tuvo lugar entre los veinte y los treinta años. Y aprendí a trabajar de verdad, a trabajar duro y con un propósito, ya cumplida la treintena».

A Paul Auster, afamado novelista con esporádicas incursiones en el cine, Jordi Doce le pregunta también sobre su poesía (traducida al completo recientemente por el propio Doce). Auster no duda en afirmar la estrecha vinculación que mantiene su poesía —ya antigua, dejo de escribirla hace varios años— y su obra narrativa: «Me parece que mi poesía tiene un hilo narrativo oculto y que además con el tiempo se va abriendo y desplegando hasta enlazar con la cadencia de la prosa».

El libro finaliza con una entrevista/conversación entre el poeta polaco Adam Zagajewski y el escocés John Burnside que no tiene desperdicio. Al hilo de su propia obra reflexionan sobre la perspectiva histórica de la poesía europea, muy distinta es este aspecto de la norteamericana, de la preponderancia de una poesía que tiene al individuo como eje, del poder de la imaginación, de la  meditación («Creo que la meditación perfecta conduce al silencio —dice Zagajewski—, y esa es mi definición personal de poesía»), a lo que Burnside replica, «Pero el propósito de la meditación no es librarse del ego sino verlo tal y como es, porque esa idea de liberación es la vanidad misma» y de otros muchos detalles que el lector de Don de lenguas podrá degustar a su antojo, rebobinando las respuestas, contrastando opiniones, asintiendo o discrepando, pero con la esperanza de quien aspira a la complicidad emocional. Recoger, agrupar estas entrevistas volanderas en un volumen me parece una opción acertadísima que evita en cierto modo esa sensación de caducidad que poseen periódicos y revistas. Un ejemplo a seguir.