JOSÉ MANUEL

JOSÉ MANUEL SUÁREZ. TRANSOSCURECER. LAS ÚLTIMAS MUERTES DE PAUL CELAN. ORATORIO. ARENA LIBROS, 2016

No cabe ninguna duda de que Paul Celan (Czernowitz, 1920 – París, 1970) representa el estado de ánimo, el espíritu dramático de una época muy concreta en nuestro continente, la posguerra mundial (con la toma de conciencia colectiva de los atroces crímenes cometidos durante la contienda) porque, como poeta judío en lengua alemana que fue, no pudo eludir las consecuencias de la mayúscula tragedia que le tocó vivir y su poesía, de carácter hermético, críptico en muchas ocasiones, es un excelente reflejo de ello, aunque el lector sólo pueda acceder a su significado más alto a través de aproximaciones, de indicios, de merodeos semánticos. La ausencia de los recursos retóricos usuales de la lírica —las metáforas, las imágenes poéticas de contenido simbólico, etc.— y de la descripción narrativa propia del material de contenido biográfico dificultan ese acceso, pero, en contrapartida, logran seducir por ese imán que posee la palabra reveladora, por la capacidad evocadora, por la intensidad, por la profunda herida existencial y la dolorosa búsqueda de un yo tratando de sobrevivir sin esperanza que trasmiten sus versos. Los últimos días del poeta son especialmente dramáticos y José Manuel Suárez, autor de una vasta obra poética en la que destacamos libros como En sigilo de llama (1994), Desde más luz (1996, En sed de alianza (2006), Tras las huellas de un ala (2009), La velocidad de la luz (2010) o Pintura de interiores. Cuarteto (2013), recrea esos momentos febriles en los que el delirio provoca la disolución del yo y un aluvión de imágenes y recuerdos sólo reproducibles a través de la palabra poética, palabra disciplinada pero independiente y capaz de subvertir el significado común. Para dar forma a este conglomerado de voces que surgen de la precipitación del recuerdo José Manuel Suárez se ha valido de nuevo de una estructura musical, el oratorio (antes lo había hecho con el cuarteto), que consta de partes corales e instrumentales en las que intervienen la orquesta, los coros (nueve coros participan en le cuadro I de este poema) y los solistas que van describiendo las sucesivas escenas de la acción. Su temática inicialmente estaba centrada en asuntos religiosos y, teniendo en cuenta que mucha de la poesía de Celan es una forma de oración y se invoca de continuo a la divinidad, nos parece una fórmula del todo acertada. Recordemos que Gadamer explica que orar no es rogar, «Escuchar una oración es más bien algo que antecede a cualquier posible satisfacción de lo que en ella se pide. Escuchar una oración es el acto de ser oída esa oración, la presencia de aquel al que se invoca en la oración». Recrear, imaginar los últimos días en la vida del poeta, días en los que, como escribe José Manuel Suárez, «alejado de los suyos, enfermo y solo en su apartamento, oye muchas voces que le hablan, las tiene junto a sí, habla con ellas» es un proyecto de una envergadura superlativa. Paradójicamente, es necesario tener la mente muy alerta para reflejar esa especie de sonambulismo que produce la agonía, para ponerse, no sólo en la piel del moribundo, si no para modular las distintas voces con las que dialoga en ese duermevela de la conciencia, cuando ésta permanece latente, pero activa en su desconcierto. Dar cuenta, además, de las dramáticas experiencias que hubo de sufrir, narrarlas con la vitalidad poética con la que lo hace Suárez, supone un profundo conocimiento de la poesía y de la biografía del poeta y una esperanza en la capacidad redentora de la palabra poco frecuente, como podemos comprobar —y los ejemplos son innumerables— en este fragmento puesto en la boca de la poeta Nelly Sachs que nos da, por otra parte, una idea de las dificultades que conlleva ese desdoblamiento emocional que José Manuel Suárez ha puesto en práctica: «Yo te busqué y llamé. Con gran fervor dejé a tu puerta la primera carta./ Viniendo de tan lejos, desconocida, tardaste en escribirme./ Cuánto deseaba tu respuesta pues mi corazón se hermanaba con el tuyo/ desde aquellos primeros versos que llegaron a mí». Celan responde «Tu dolor me encontraba y me arropaba. Yo, sin embargo, no te daba calor —quien se puso de tu lado, un vaciado de lo perdido eres tú». Otras muchas voces habitan en este libro, voces anónimas, voces identificables como la de la citada Nelly Sachs, la de la también poeta Ingeborg Bachmann o la de su esposa, Gisèle Lestrange y en todas ellas Suárez ha sabido individualizarlas con sus propios registros, algo sumamente complicado y digno de toda nuestra admiración.

  • Reseña publicada en el núm. 121/122  de la revista TURIA