QUE CONCIERNE

JULIETA VALERO. QUE CONCIERNE. EPÍLOGO DE MARÍA SALGADO. VASO ROTO POESÍA, 2015

Que concierne fue uno de los libros que metí en mi equipaje en el reciente viaje que he realizado al extranjero. Esta circunstancia no pasaría de ser una anécdota banal si no fuera por el hecho de que la distancia geográfica y cultural, la necesidad de expresarme en otro idioma y la mirada sobre la realidad desde la truncada atalaya del viajero, del extraño, me han proporcionado una lectura distinta, me han ayudado a descontextualizar mi propio idioma, a escucharlo interiormente, abstraído en medio de sonidos no del todo familiares, un idioma que se reinventa en cada verso de este libro, un idioma que re-aprendo cuando lo traduzco a otra lengua.

Julieta Valero (1971) trabaja como coordinadora de la Fundación Centro de Poesía José Hierro y es una poeta con una trayectoria reconocida y consolidada por crítica y lectores, a pesar de que su producción no es muy extensa y es que, como decía Valéry, la fecundidad no es sinónimo de cantidad, sino de calidad, es decir, del efecto que causen y la trascendencia que susciten las correspondientes obras. Publicó su primer libro, Altar de los días perdidos en el ya lejano 2003. Con su segundo poemario, Los heridos graves, obtuvo el Premio de Poesía Radio Joven de RNE. Autoría data de 2010 y fue Premio de Poesía Cáceres Patrimonio de la Humanidad y Premio Ausiàs March. Ahora, cinco años después, ve la luz este Que concierne que ahonda en unos presupuestos estéticos cercanos al surrealismo y a la vanguardia, esta última muy visible en la intertextualidad y en el uso de collage. Se mezclan en estos poemas estilos heterogéneos, fuentes diversas, experimentaciones desafiantes como si se rechazara la autoría del poema y se buscara la disolución de la expresión en un yo colectivo, antiromántico —no siempre— y, por tanto, imposible de categorizar. Los fragmentos, los párrafos que integran los poemas, en muchos casos, parecen carecer de subordinación semántica entre ellos. El sentido es relegado a una función subalterna. Sólo la voluntad de Valero parece haber puesto en contacto dichos fragmentos, lo que dificulta en gran medida la comprensión coherente del poema (no entramos aquí en si esta comprensión resulta o no necesaria para que el poema emocione) y produce una evocadora sensación de perplejidad. Derrida afirmaba que «Todo poema corre el riesgo de carecer de sentido. Y no sería nada sin ese riesgo». Este parece ser el paradigma de Julieta Valero, asumir el riesgo de la incomprensión en aras de una expresión poética que dinamita las fronteras habituales del decir. La realidad no es el objeto de esta poesía, la realidad se convierte en poesía por sí misma, quizá por esa razón el lenguaje cotidiano, los coloquialismos frecuentes en estos poemas, sin renunciar a su carga de utilidad, ensayas las infinitas posibilidades de un discurso polisémico no exento, como decíamos, de riesgos y peligros, inherentes, por otra parte, a toda poesía que se precie de serlo. Podría pensarse que una poesía tan enigmática, con claves tan secretas, ambigua y entrecortada evitaría ciertos temas más, digamos, terrenales, para centrarse en una metafísica objetual, en una poesía «como músculo de la conciencia», pero afortunadamente, esta suposición es falsa. En Que concierne hay poemas de tono amoroso como en el titulado «Perro»: «quizá amarse consista en no sacar conclusiones»; poemas que marcan el acento en la crítica social como en el poema «Diferentes clases de usura» que tanto nos recuerda a Pound, y no sólo en el título: «…y el éxito ha consistido en resistir la entropía/ tan depauperada y sola tan con la voz, manicura rota/ agarrando a las señales de stop, por ejemplo, la alegría del bien ajeno,/ ese mono de trabajo, y una priorización del aceite de oliva/ sobre otras formas de lubricante…», pero todos ellos se enmarcan en un contexto determinado, el de una sociedad en crisis y con inequívocos signos ideológicos regresivos.

María Salgado establece en el epílogo al poemario una razonada similitud entre la poesía de John Ashbery («Toda clase de cosas —escribe el norteamericano— pueden y deben existir unas junto a otras en un momento dado, y eso es lo que la vida y la creación significan de verdad») y la de Julieta Valero: «Siempre me ha encantado —escribe— cuando el sonido Valero entra en la isoglosa de John Ashbery, es decir, cuando aparecen esas frases de sintaxis intachable pero oblicuidad semántica pronunciada y se van acumulando por yuxtaposición. Me gusta cuando sólo muy lateralmente se sabe de qué podría estar hablando porque de hecho no importa el qué sino la aproximación verbal. Cuando la aproximación es la cosa», pero no sólo percibimos similitudes con este poeta norteamericano, sino con otros miembros de la llamada Escuela de Nueva York e incluso con Ezra Pound. Resultan evidentes también las influencias del Pop art y de los experimentos vanguardistas de los primeros decenios del pasado siglo, especialmente del dadaísmo —sobre todo en el uso de la técnica del collage, como decíamos más arriba— en el que se mezclan frases coloquiales con textos extraídos del cine, de la publicidad, de la tecnología; temas de carácter confesional con disquisiciones sobre los límites del lenguaje o la reflexión de índole histórica. Cualquier asunto es susceptible de formar parte del engranaje poético si contribuye a ampliar el conocimiento de una realidad distorsionada por las innumerables miradas que sobre ella gravitan. Que concierne es, nada más y nada menos, una de esas miradas, pero no una mirada aséptica, sin mordiente, sino una mirada crítica, sagaz, que cauteriza el dolor y la desesperanza con la virtud purificadora de la palabra, porque, después de todo, «La vida nos está tratando bien, sin duda como/ merecíamos, mientras no nos falta de nada vamos/ perdiéndolo todo al trote y crecemos majestuosos/ en la dirección del paladar y la inteligencia». Pérdida y ganancia, la ganancia de la pérdida, paradoja y oxímoron, refutación y asentimiento. La vida es un todo formado por partes incoherentes y la poesía, como ficción que es, debe intentar descubrir todos sus ángulos.