DUDU FDEZ. PIEL MUERTA. LA PENÚLTIMA EDITORIAL, 2017
Los versos de Dudú Fdez. (Cabezón de la Sal, 1977) que hemos descubierto con este su primer libro combinan, gracias a un estilo diáfano y preciso, sutiles observaciones cuyo desarrollo es, en muchas ocasiones, trágico, pero aderezado con una ironía que trasciende ese presunto carácter adverso y lo convierte en una experiencia favorecedora, como ocurre, por ejemplo, en este poema: «Cambian las caras, / los sentimientos nacen; / reviven, / explotan / con los matices / del éxito / o del fracaso, / sin dejar de ser la misma búsqueda, / el mismo desafío / de los quince años. // Más viejo, más cínico. / El amor ya no es la salvación. // Es una vacuna / contra la soledad / del espejo».
Una de las características más evidentes de la poesía de Fernández es la de la economía de medios. Con versos cortos, con poemas generalmente breves consigue dar vida a un pensamiento que proviene de ese tan mudable estado que es la memoria: «Viajes mejores, / casas mejores, / sueldos mejores, / polvos mejores… // La nostalgia / es el spam / de la memoria». Con destreza, Dudu Fernández poetiza unas historias concentradas y con un desarrollo rápido —a lo que contribuye quizá la propia disposición del poema—, con una precisión emocional notable. Como en toda poesía de carácter realista, alienta los versos un contenido autobiográfico cuya función es conocerse a sí mismo a través de la experiencia. Su pasado está plagado de situaciones difíciles que el autor, sin embargo, no tiene remilgos en recrear, tal vez porque cree que la mejor forma de exorcizar dicha experiencia es a través de la escritura. El poema titulado «Biografía del dolor» es un buen ejemplo de este aspecto que reseñamos, aunque este poema, dividido en cuatro partes, finaliza con una indagación de carácter metapoético que nos resulta especialmente interesante: «De él nace el verso. / Enraizado en el golpe / y la traición. / De la rabia nace / el poema. / Enraizado en la sorpresa». Como se ve, subyace aquí toda una teoría de la creación poética: el dolor como motor de la creación, pero cabe preguntarse, como hace Luis Javier Pinar en el prólogo «¿cuánto queda en el verso de nosotros? ¿Cuánto se nos revela de verdad? ¿En qué página hallamos el manto que apacigüe ese dolor?».
Los poemas de Dudu Fdez., por su ausencia de retórica, por su sensorialidad, por su espontaneidad nos recuerdan a poetas como en norteamericano James Tate o al donostiarra Karmelo Iribarren. Al igual que sucede en los poemas de estos autores, en los de Fernández también se impone la nostalgia, aunque esté teñida de ironía: La métrica del recuerdo va hilvanado fragmentos de la memoria, va acompasándolos a una dicción libre de prejuicios estéticos que busca, sobre todo, que las palabras sean fieles a los vaivenes que sufre la identidad con el paso de los años.
Una de las cosas que más necesita el poeta, además de establecer un alto grado de complicidad con el lenguaje, es tener gente a la que querer, rodearse de gente que le quiera y de gente que crea en su trabajo. Dudú Fdez., no albergamos duda alguna al respecto, tiene cubiertas todas estas necesidades, por eso sus versos son tan conmovedores y sinceros. Somos lo recordamos, pero también somos como nos ven los otros, por eso necesitamos la mediación de las palabras, para adecuar esos recuerdos y esa mirada ajena a la realidad del presente, y en esta indagación a través del lenguaje es en la que se sumerge cada uno de los versos de nuestro autor.